5 de junio

0
800

Uriel Pérez García 

Finalmente, llegan a su conclusión las campañas electorales e inicia lo que se conoce como el periodo de reflexión en el que la ciudadanía tendrá los siguientes tres días para analizar sobre la decisión que habrá de tomar el próximo domingo 5 de junio en la jornada electoral que tendrá lugar en seis entidades de la República, donde estarán en juego igual número de gubernaturas y además en el caso de Durango y Quintana Roo, presidencias municipales y diputaciones locales, respectivamente.

De acuerdo con las distintas estimaciones, en cuatro entidades (Hidalgo, Oaxaca, Quintana Roo y Tamaulipas) el partido Morena tiene asegurado el triunfo con una diferencia porcentual que en poco varió desde el inicio de las campañas y hasta las últimas proyecciones, por lo que de cumplirse esta tendencia el partido en el gobierno federal pasaría de gobernar 16 a 20 entidades, consolidándose como la primera fuerza política en el país con un ascenso excepcional para un partido político de reciente creación.

En el caso de Oaxaca, podríamos decir que en el contexto de una elección predefinida por la intensión del voto manifestada en las distintas encuestas, existen por lo menos dos elementos que podrían cambiar el rumbo de lo proyectado hasta hoy; el principal precisamente sería el nivel de participación ciudadana que se suscite el próximo domingo, puesto que ante un bajo nivel de participación, el voto duro jugaría un papel importante en la definición, beneficiando a aquel partido con mayor estructura y capacidad de movilización como es el caso del PRI.

Dicha participación se puede ver desmotivada en primer lugar por la sensación de que en poco o nada influirá el voto si ya se tiene la seguridad de que el candidato puntero ganará sin mayor problema la elección, y en segundo lugar porque la definición de dicha candidatura no dejó satisfechos tanto a algunos miembros del propio partido Morena, como en la percepción ciudadana que expresa desde las charlas de café, su descontento ante diversos señalamientos hacia el candidato durante su gestión en el gobierno de Gabino Cué, en ambos casos lo que posiblemente preferirán es no salir a votar.

Otro elemento y de la mano con lo anterior, es posible que ante el número de candidatas y candidatos (siete en total), se suscite una fragmentación de la votación como resultado además de la existencia de sectores que no visualizan a los candidatos punteros como opción de cambio y decidan otorgar su voto a los demás partidos o a los candidatos independientes, lo que de la misma manera beneficiaría al partido con mayor voto duro como sucedió en la elección de 2016.

En contraparte, habría que poner sobre la mesa que el voto duro para el caso de Morena ha sido más un voto para Andrés Manuel que para el partido, lo que ha reafirmado que el electorado tiende a inclinarse en la mayoría de las veces por la persona más allá de la bandera política con excepción del voto tradicional que como su nombre lo indica se manifiesta más por tradición hacia el partido preferido por décadas.

Por otro lado, hay que señalar que así como se evalúa a los gobiernos a través de las votaciones, también es en los procesos electorales donde se visibiliza el avance en relación a las prácticas, actitudes y valores que deben distinguir los procesos democráticos tanto a nivel de la clase política como en la ciudadanía; de manera que en la medida que persistan los esquemas de imposición de candidaturas, compra y coacción del voto, utilización de programas sociales y violación a la ley electoral, con la justificación de que en el pasado esto ha sido costumbre; poco nos acercaremos a la construcción de un régimen político distinto.

Por último, ya prácticamente todo está listo por parte de los órganos electorales así como de las y los ciudadanos que participarán como funcionarios y funcionarias de casilla, que recordemos son la pieza fundamental para otorgar confianza y legitimidad a los comicios, por lo que el próximo 5 de junio las y los oaxaqueños tendremos la oportunidad de acudir a las urnas y votar por la opción que consideremos tiene el mejor proyecto gobierno.

Sin embargo el reto seguirá siendo el de exigir mejores opciones que representen auténticos proyectos de cambio y no dar por hecho de que en poco o en nada influye nuestro voto, al contrario es a través de este como se da la primera manifestación de inconformidad o convalidación de la situación actual, sin dejar de lado que lo siguiente será exigir nada más que resultados.