Viviendo de prestado

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Reforma

Uno de los poquísimos “logros” de este gobierno ha sido generar polarización extrema. Lo califico así porque, de no haberlo conseguido, sería evaluado -por todos- con objetividad y a partir de datos reales. En vez de eso, convenció a sus feligreses de que hay un enemigo al acecho -conservadores, neoliberales- del cual sólo ellos pueden salvarlos. Todo error es perdonable dada la nobleza de quien lo comete, toda ineptitud es aceptable si es uno de los nuestros; para todo mal dato hay otro mejor, que no sea real es lo de menos. Lo que importa es que el bando sea el correcto y el propósito adecuado.

Pero una vez que nos quitamos los lentes color de rosa, la destrucción es brutal e innegable. Les guste o no a sus más fieles devotos, lo único que ha funcionado en este gobierno es herencia de los gobiernos “neoliberales”. La fortaleza del peso, que tanto se presume, se debe a la autonomía del Banco de México que ha sido sólo marginalmente vulnerada. El poco crecimiento proviene de la fortaleza de la economía de EU que emplea a los nuestros, que migran en números crecientes y envían remesas; y compra nuestras exportaciones gracias a acuerdos comerciales previos, que están en riesgo porque no los entienden. La llegada de Raquel Buenrostro a la Secretaría de Economía es una tragedia, llamémosla por su nombre. Parece no tener mucha noción de economía, de comercio internacional o de la legislación que ampara a nuestros tratados. Si su “mano dura” es para imponer controles de precios internos, tenemos problemas.

Este gobierno vive de pedirle prestado al pasado, al presente y al futuro. Se financia de fideicomisos y reservas que dejaron otros gobiernos, de impuestos que les cobran de más a empresas con la amenaza de dirimir cualquier controversia fiscal desde la cárcel y de préstamos que pagarán nuestros hijos, y que provienen de acreedores que confían en que ni siquiera un gobierno tan inepto descarrilará del todo el prestigio que obtuvimos por décadas de comportamiento ortodoxo y responsable en los mercados financieros. Los analistas y banqueros internacionales que llevan mucho tiempo tratando con México hoy se sorprenden del grave deterioro que perciben en la Secretaría de Hacienda, a cuyos funcionarios antes respetaban. Ha crecido 47% en términos nominales la deuda pública en este gobierno que miente al afirmar no haberse endeudado.

Hoy la única pregunta es si la mecha en esa vela dura hasta fines del sexenio, para seguro extinguirse en el que viene. Ya no habrá guardaditos de los que echar mano. Se tendrá que lidiar con un mercado de crédito más exigente que los que llevamos años disfrutando. Se podría enfrentar un gobierno republicano en EU mucho menos tolerante que el de Biden.

El próximo gobierno heredará otra onerosa deuda, la de los programas sociales generosos, sin condiciones, ni objetivos. Hoy un montón de jóvenes no quieren integrarse al mercado laboral porque les bastan las ayudas que reciben. Educarlos ya no es prioritario. Un montón de familias viven de lo que les da un gobierno que los mantiene a flote, pero sin ofrecerles posibilidad alguna de movilidad social o de progreso. Esos programas serán cada día más caros, conforme nuestra población envejezca.

Sin duda, el gobierno que viene tendrá que hacer una reforma fiscal para financiar el déficit creciente. Tiemblo de pensar en la que haría un gobierno de Claudia Sheinbaum que, a diferencia de éste (nacionalista y trasnochado), sí sería de izquierda. Me imagino los impuestos a la riqueza, a las herencias, las tasas marginales más altas para quienes trabajan -con ínfimo impacto recaudatorio- mientras que la economía informal permanecería intacta.

Mientras los devotos feligreses de la 4T celebran la popularidad de su mesías (similar a la de presidentes previos a esta altura del sexenio), mientras proclaman logros ficticios y derrotan molinos de viento imaginarios, México se desploma y es festín de políticos corruptos, de mandos militares decepcionantes y de invictas organizaciones criminales. Ni los más pesimistas anticipamos que tanta destrucción fuese posible.