Aclarando amanece

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Manuel J./Reforma 

Muy a tiempo, con resultados positivos, aclaró el Presidente que “no hay ninguna posibilidad” de que México salga del T-MEC. Con esto tranquilizó a los mercados y a muchos ciudadanos que veían acercarse el fin del mundo, por lo menos en lo económico, ante esta posibilidad que flotó cuando el Presidente mismo afirmó que en las fiestas patrias haría un anuncio al respecto.

Esto, con relación a la controversia presentada por Estados Unidos relativa a la contrarreforma energética lanzada por este Gobierno que, a juicio de las empresas privadas norteamericanas que han invertido en el sector eléctrico mexicano, les impide competir.

Ahora que, reconociendo que la ACLARACIÓN presidencial resulta positiva, nos pareció RUDEZA INNECESARIA que el Presidente calificara a la consulta energética, solicitada por la representante de Comercio de Estados Unidos, de “majadera” y “prepotente”, ya que a su juicio nunca se debió haber presentado la inconformidad.

Sobre todo si en septiembre (alrededor del 12) viene al País el Secretario de Estado del Tío Joe Biden, Antony Blinken, para limar asperezas. Por lo que no tiene caso echarle gasolina al fuego si la idea es negociar y llegar a un arreglo.

Ahora que, de la misma manera que reconocemos un acierto al señor Presidente, se equivoca a partir de dar como cierta una falacia que ha manejado. Ésta la de que un Gobierno extranjero no nos puede dictar qué leyes promover, esto en defensa de su contrarreforma. ESTO que señala el Presidente NO ES la esencia de lo que se discute. Por supuesto que se reconoce que cada país puede promulgar las leyes que le parezcan. El TEMA CENTRAL es otro: que no se pueden -dentro del Tratado- promulgar leyes que VAYAN EN CONTRA DEL TRATADO MISMO.

Les recordamos que un Tratado internacional firmado por el Gobierno mexicano adquiere rango de ley constitucional. Existen dentro del T-MEC varios capítulos de reciprocidad, de no discriminación, y de igual acceso a los mercados. Cuando mucho, la querella de Estados Unidos tiene que ver con la DISCRIMINACIÓN a sus empresas en territorio mexicano. Concretamente, las que invirtieron en el sector energético y que con la contrarreforma se les pretende EXCLUIR, e incluso se les llegó a amenazar con ser EXPROPIADAS, SIN COMPENSACIÓN.

Este Gobierno, el actual, el que afirma que no saldremos del T-MEC, debe saber que con la firma del Tratado MÉXICO adquiere privilegios comerciales, como el acceso a los mercados de América del Norte SIN impuestos compensatorios. A cambio, México adquiere también una serie de RESPONSABILIDADES y OBLIGACIONES.

Es una relación de RECIPROCIDAD con Estados Unidos y CANADÁ, pues que no se nos olvide que Canadá TAMBIÉN está inconforme con la contrarreforma, o Ley Nahle (dado que su contenido se atribuye a la Sra. Rocío Nahle, Secretaria de Energía, mujer sumamente radical que además desconoce el funcionamiento del sector energético).

Sumarizando: el Gobierno norteamericano no está en contra del derecho que tiene el Gobierno mexicano de promulgar sus leyes, de lo que está en contra es de que se promulguen leyes MONOPÓLICAS que van EN CONTRA de las estipulaciones del T-MEC. Por esto nos permitimos señalar el apego a una falacia por parte del Presidente, que pretende justificar la contrarreforma y minimizar las quejas de Estados Unidos y Canadá.

Expertos que sí saben, no como la Sra. Nahle, consideran que si la querella llegara a arbitraje, el Gobierno mexicano PERDERÍA. Pero no sólo eso, sino que se vería obligado a PAGAR reparaciones de DAÑO que podrían ser de ¡TREINTA MIL MILLONES de dólares! Un golpazo así no lo aguanta nuestra Hacienda pública, pero además tendrían que cambiar la Ley Nahle.

De manera que, para llegar a un BUEN acuerdo que no haga daño a México y a los mexicanos, se requiere la voluntad de escuchar, de medir el daño colateral y de reconocer que en una negociación no puede prevalecer SÓLO UN CRITERIO, el del Presidente aconsejado por R. Nahle. ¡No sólo hay que saber apechugar, sino también CUÁNDO!