Gabinetes juaristas

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Ernesto Reyes

Ya se está haciendo costumbre el ir a inundar de basura y desperdicios, peligrosamente contaminantes, espacios como la plaza de la danza, el palacio municipal y calles vecinas. Estas presiones políticas son reflejo de la crisis que de manera intermitente vivimos en el municipio capitalino y poblaciones conurbadas. Alguien por ahí, de cerca o de fuera, no deja descansar a Francisco Martínez Neri, sosiego que menos tendrá cuando inicie el gobierno morenista.

En el otro flanco, el gobierno de Alejandro Murat vive sus últimas horas de gloria cuando le abollan sus ansias de trascender a las ligas mayores. Se le acumulan críticas sobre la escasa atención para aclarar y castigar los feminicidios. De nuevo Elena Ríos se manifiesta en el Auditorio, ligando actuación musical con Lila Downs, pero ahora sin el escrutinio policial intimidante. Mientras, otra activista sorprende a Murat con un cartel de protesta durante el desfile de delegaciones. No menos importante significó la queja de las delegaciones de la sierra norte, por la exclusión de que -afirman- fueron objeto por parte de Turismo y el anquilosado “Comité de autenticidad”.

En esta ocasión los Lunes del Cerro se retrasaron una semana debido a que el 18 de julio coincidió con el 150 aniversario del fallecimiento del Patricio de Guelatao, don Benito Juárez García. A manera de homenaje, en el teatro que lleva su nombre, en esta ciudad, el día 15 se presentó el libro del investigador poblano, Israel Arroyo García: “Juárez y sus gabinetes: republicanismo y división de poderes”, editado por la LXV Legislatura de la Cámara federal de Diputados. El evento reunió al autor con expertos, legisladores e investigadores como Carlos Sánchez Silva, Francisco José Ruiz Cervantes, Luis Genaro Vásquez Rodríguez (director de asuntos jurídicos de dicha soberanía) y el diputado Benjamín Robles.

En las 375 páginas del estudio, el historiador aborda los intríngulis y actuaciones de los políticos de la época en que Juárez comenzó a ser la figura más destacada de la Reforma y sirvió al país como presidente de la República, aunado a sus experiencias como jurisconsulto, y en la política local y legislativa. Cuando Juárez ejerció el poder ejecutivo, se practicaron acuerdos políticos, alianzas y negociaciones, punto importante para la gobernabilidad y la estabilidad políticas.

En el texto se da cuenta de los hábitos parlamentarios entre 1855 y 1872, especificando los periodos 1855-1857 (gabinetes de carácter revolucionario); (de resistencia) vividos durante la Guerra de Reforma (1858-1860) y los de la Intervención Francesa (1863-1867), centrándose en los gobiernos juaristas (1861-1863-1867-1872).

Durante estos periodos se practicó el parlamentarismo combinado con un sistema presidencial como forma de gobierno, fraguándose una intensa relación entre los tres poderes públicos a partir de la puesta en práctica de la ruta republicana emanada de la Constitución de 1857. La división de poderes se aborda en una época de gobiernos divididos y cómo lidiar con los aliados del gobierno y las coaliciones parlamentarias de la oposición. La expresión pura del realismo político.

Queda claro que la integración de los diferentes gabinetes de Juárez fue resultado del entendimiento complejo, conflictivo, pero necesario de los poderes legislativo y ejecutivo para la composición de gabinetes parlamentarios, en momentos convulsos, tensión que no cesó ni siquiera con el fallecimiento del Benemérito en 1872.

En “Juárez y sus gabinetes” se analiza con datos y estadísticas la integración del poder Ejecutivo en diferentes momentos, la relación de sus ministros y del mismo ejecutivo con la Corte y la manera en que “los hábitos parlamentarios lograban nuevos equilibrios políticos y espacios de negociación sin recurrir a la vía armada”. Podemos conocer la integración de los diferentes congresos (solo existía la cámara de diputados) y la forma en que llegaban y se calificaba a los diputados federales. Era una época en la que no había partidos, sino clubes políticos por lo que la prensa y quienes ahí escribían, tenían una enorme influencia en la política. Varios ministros (o secretarios de Estado como se les conoce ahora) eran grandes escritores y periodistas.

Trabajos como éste, son un aporte a la ciencia política porque cuestionan el mito de que todo con Juárez era perfecto, sin conflictos, con ministros leales e impolutos de la Reforma y la segunda transformación de la República. Al final, el presidente era un ser humano, visionario y patriota, pero un animal político, no una estatua de bronce, y esto engrandece más su figura. Esperemos que pronto se publique la versión electrónica de este trabajo.

@ernestoreyes14

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