Sabemos que somos muy vulnerables, al estar muy mal alimentados”: comunidad indígena en Oaxaca

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Inforbae

“Sabemos que somos muy vulnerables, al estar muy mal alimentados”: comunidad indígena en Oaxaca cerró el paso al “veneno embotellado”

Después de que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, calificara a los refrescos como “veneno embotellado”, Oaxaca ha sido uno de los estados que ha respondido de forma más contundente a la problemática. Si el 5 de agosto, el Congreso de la entidad anunció una decisión histórica al prohibir la venta de “productos chatarra” a los menores de edad, ahora la acción impulsada por un pueblo oaxaqueño ha sorprendido al país.

Las autoridades de la comunidad indígena de Villa Hidalgo Yalalag, ubicada en la Sierra norte de Oaxaca, cerraron el paso a distribuidores de empresas de bebidas azucaradas y otros alimentos industrializados. Según explicó la Regidora de Educación de la localidad, María Isabel Aquino, tomaron la decisión después de la irrupción del COVID-19, con el fin de proteger la salud de sus habitantes.

“Lo que hemos hecho en este tiempo de pandemia es restringir la movilidad para no contagiarnos del virus, para poder proteger a nuestra comunidad, porque sabemos que somos muy vulnerables, al estar muy mal alimentados (…) Por ello es que nosotros tomamos la decisión de cerrar el paso a estos productos”, indicó durante el webinar “El derecho a la alimentación y soberanía alimentaria de los Pueblos Indígenas”, organizado por el Centro Profesional Indígena de Asesoría, Defensa y Traducción (Cepiadet).

En el municipio zapotecto de Yalalag, que se traduce como “Cerro desparramado” viven alrededor de 2,112 personas (según el censo del 2010). En su intervención, la funcionaria explicó que al menos 50 habitantes padecen diabetes, y la mayoría de ellos no se someten a un control y tratamiento médico porque no quieren dejar de ingerir comida “chatarra”, ya que la asocian a una falsa “calidad de vida”.

La diabetes, la hipertensión, o la obesidad son algunas de las enfermedades que dificultan la recuperación de las personas con COVID-19, y el consumo regular de bebidas azucaradas es detonante de esas afecciones, tal y como explicó en entrevista con Infobae México el doctor Simón Barquera, Director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

En palabras de Isabel Aquino, su comunidad se encuentra “muy contaminada” por los alimentos procesados, entre ellos los refrescos, hasta el punto de que éstos han desplazado a la producción local. Un cambio que en su opinión se produjo a raíz de la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

“La entrada del neoliberalimo y la entrada en vigor de leyes que lo único que han hecho es afectar a nuestras comunidades haciéndonos dependientes de consumir productos altamente nocivos para la salud”, destacó.

En el mismo coloquio, Alejandro Cavilo Unna, director del Poder del Consumidor, apuntó que Oaxaca y Chiapas figuran entre los estados que más consumen refrescos, lo que se refleja en problemas de salud pública como diabetes y obesidad.

De acuerdo al experto del INSP, Simón Barquera, un estudio reciente demostró que más de 25,000 muertes se asocian cada año a la ingesta frecuente de bebidas azucaradas. Una situación que se acentúa aún más en las regiones pobres.

“Se ha dicho que cuando uno separa por zonas, las zonas de alta pobreza como Chiapas, y zonas rurales, donde hay un monopolio de la industria de comida chatarra, pues ahí consumen mucho antes. Y por eso se está viendo que la epidemia de diabetes y obesidad ha alcanzado los lugares más pobres de forma mucho más acelerada que en la que llegó a los lugares urbanos”, explicó.