Morena: La depuración del partido

0
310

Alberto Alonso Criollo

Con los últimos acontecimientos de elección del nuevo presidente provisional,  Morena se definirá en la disyuntiva de abonar al tendencial autodestructivo o aprovechar las oportunidades para su consolidación en clave democrática. La militancia espera nuevas dirigencia apegadas a nuevas reglas que permitan superar la indefinición, el inmovilismo y la incertidumbre perniciosa del partido en el poder nacional y local.

El nuevo liderazgo de Ramírez Cuéllar que  se formó en las batallas surgidas desde el ámbito de la sociedad civil, comprende los procesos autorreferenciales de los partidos en México y en el mundo.  Esos procesos indican la  brecha creciente  que acosa a todos los partidos: el distanciamiento entre los objetivos, eternamente electorales,  de los  partidos con respecto a las necesidades,  demanda y expectativa social.

Ahí el truco es recordar que el partido necesita una estrategia visible y clara de ponerse al lado del bien público y en apoyo a la  defensa proactiva  del proyecto de la Cuarta Transformación en el nivel nacional pero también en los estatales. Esa estrategia debe definirse claramente a favor de la gente y no al servicio de los políticos conservadores  de todos los partidos e incluso de Morena que no entienden la esencia popular del proyecto de transformación.

El partido necesita también encargarse de las tareas ideológicas y doctrinarias que se enfoquen a la lucha por las mentalidades en seno de las matrices comunicacionales y de socialización. Ahí es donde hay que desarticular el modelo cultural de la ideología conservadora y sustituirlas por el modelo ético  e incluyente que proclama la 4T que debe desbloquear  la parálisis del Instituto de Formación Política  e impulsar un nuevo y potente  modelo de comunicación política,

 Los procesos electorales son tarea esencial, no única,  de un partido político aún en crecimiento como es el caso de Morena, donde hay la oportunidad de regresar el poder de decisión a las bases vía métodos de consulta popular y no solo de las dirigencias. Se tiene que comprender que llegó a su fin la política  de alianzas amplias y que la coyuntura exige el avance ético y doctrinal por encima de criterios de permanencia a grupos y la utilización del dinero.

Si todo esto es así, lo primero es tomar posición sobre los procedimientos para elegir presidente del Comité Directivo Nacional y de los estatales  que no puede ser otro que la encuesta abierta. A sabiendas que cualquier método tiene sus fortalezas y debilidades, no hay duda que un paso importante en la depuración del Partido Morena será la utilización de procedimientos similares para elección  de Comités Directivos en los estados.  ¿O usted como la ve?