Lozoya y Ancira, lo escandalosamente turbio

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La Jornada

La vida empresarial de Alonso Ancira Elizondo, director de Altos Hornos de México, ya detenido en España, está plagada de corrupciones, de las cuales sólo nos fijaremos en una de las muchas que acumula. Por ser un amigo cercano del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari (1986-1994) se convirtió en el mayor accionista de la empresa Altos Hornos de México y asumió el cargo de director general. Luego como fue frecuente que ocurriera en los diversos acuerdos de privatización promovidos por Salinas, el nuevo propietario, Ancira, obtuvo AHMSA casi gratuitamente. 

 AHMSA tenía un valor estimado de 4 mil millones de dólares al momento en que se estaba privatizando, pero le fue vendida al hoy detenido por menos de 150 millones de dólares. Lo cual fue en rigor un gran regalo de Salinas, se dice que en pago por haber sido aquél el baby sitter de sus hijos. Sólo el inventario de las bodegas de la compañía para esa fecha, superaba el valor del precio que  pagó por ella. Llegó este personaje a dirigir la que entonces era quizá la más importante empresa acerera de México, donde él, sin conocimientos técnicos o experiencia siderúrgica vio sólo a la firma como negocio y no como instrumento para el desarrollo de México.

 Ya al frente de AHMSA, Ancira se puso, según él,  a meter “en cintura” a los irredentos trabajadores sindicalizados de la empresa, que suman más de 20 mil, e instauró un régimen de terror entre ellos para que no se le salieran “del huacal”. Se significó como el terrorista empresarial, al decir de los trabajadores que sufrieron sus persecuciones y sus presiones al interior de la empresa.

 Napoleón Gómez Urrutia, máximo dirigente sindical de Los Mineros, dice en su libro “El colapso de la Dignidad”, publicado en 2014, sobre este sujeto: “una de las estrategias favoritas de Ancira era la de brindar apoyo a líderes sindicales traidores o corruptos que podían servirle a sus intereses para luego, cuando ya no le resultaban útiles o se oponían a su voluntad, empezar una persecución en su contra, que en no pocas ocasiones terminaba en su encarcelamiento”. Y así fue abriendo camino a su pretensión de dominio en AHMSA, a la vez que en el ámbito estatal de Coahuila se convertía en un poder político y empresarial, como un “cacique”, al cual los gobernadores por entonces sólo del PRI, le rendían más que respeto, tributo de obediencia total,  debido a los recursos económicos que les brindaba tanto en épocas electorales como de emergencia.

 Ancira tiene desde hace años otros aspectos de prevaricato con las aportaciones fiscales que la empresa está obligada a cubrir, por lo cual fue perseguido por las autoridades hacendarias y tuvo que huir de México varios años, refugiándose en Israel. Pero su historia no se detiene ahí. Siempre metido en la mecánica del negocio fácil y embustero, se le dio por vender la empresa de agronitrogenados del complejo Pajaritos de Veracruz, que produce fertilizantes artificiales, que estaba en poder de AHMSA, en 273 millones de dólares, precisamente a Emilio Lozoya Austin siendo éste director de PEMEX, como el gran negocio de ambos.

 Pero ese precio estaba muy por encima del mal estado de la planta la cual tenía 30 años de antigüedad y 18 sin operar, además de que el equipo se encontraba en mal estado e incompleto, por lo cual PEMEX, una vez que la compró  en enero de 2014, ha reinvertido 480 millones de dólares para rehabilitar la planta sin lograrlo. Se trataba de una fábrica virtualmente abandonada. Pero Ancira se la vendió a Lozoya a ese precio irrisorio mediante el jugoso negocio de triangularla a una empresa off shore tipo de las Islas Caimán, para obtener ambos jugosas e ilegales ganancias a través de un financiamiento que la Secretaría de Hacienda de México supone tener su origen en Odebrecht, significada como empresa fértil en fraudes.  

 Por este motivo es que Ancira ya fue arrestado y Lozoya inhabilitado por 10 años para ocupar cualquier puesto público, el cual está en el extranjero perseguido por Interpol, para que ambos esclarezcan, en principio, el papel que jugaron en esa compra-venta escandalosamente turbia. Pero además, es evidente que a Lozoya le está por caer encima la justicia por los casos de corrupción que cometió con la firma brasileña Odebrecht, que a cambio de contratos con PEMEX obtuvo 10 millones de dólares para la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto. Y en ello lo está acompañando Alonso Ancira en esta nueva aventura de corrupción, en lo que tan diestros son.