Jorge Oropeza
Según el investigador Ángel Díaz Barriga, la mejora continua que plantea la Reforma Educativa 2019 debe enfocarse en apoyar la autonomía didáctica de cada escuela. Y en el Colegio de Profesionistas, a través de la Coordinación General de Profesionales de la Educación, coincidimos plenamente.
Con este claro planteamiento, el Sistema Nacional de Mejora Continua – ya colocado en la iniciativa de reforma constitucional – debería reducir su dispersión funcional y poseer un eje único que le permita construir los mecanismos para que, desde un órgano colegiado como el que se dibuja, se encausen, acompañen, dirijan, corrijan o sugieran las estrategias de carácter técnico-pedagógico para que se transforme la educación desde el aula con las complejidades de cada escuela en cada comunidad del México diverso.
Y es que la excelencia únicamente se alcanza con mejora continua permanente. De hecho, así la conceptualizan los ideólogos de la Nueva Escuela Mexicana de la Cuarta Transformación. Por ello, cada colectivo escolar – desde una primaria rural en la sierra mazateca de Oaxaca hasta la secundaria de mayor plantilla en Monterrey – tienen que consolidar sus espacios de colegiación, discusión y solución de conflictos pedagógicos particulares. Que Juanito no lea al mismo ritmo que sus compañeros y compañeras, por ejemplo, debe ser una preocupación para toda la escuela y amerita una reflexión colectiva.
Para el fin anterior, ya existen herramientas que deben consolidarse y reforzarse. Es el caso del Consejo Técnico Escolar, en donde ya está designado el espacio en el calendario y hay varios instrumentos para discernir estos conflictos y llegar a soluciones. Asimismo, tenemos metodologías efectivas como el Sistema de Alerta Temprana, con el que maestros y maestras pueden medir el avance o estancamiento de su alumnado para, sobre una base propia, determinar las salidas a una mejora en sus aprendizajes-clave: pensamiento lógico-matemático, producción de textos y comprensión lectora.
También ya existen órganos de enlace con la comunidad como los comités de padres y madres de familia que han perdurado por usos y costumbres. O los Consejos Escolares de Participación Social que fueron inscritos en la norma. En ambos casos hay posibilidades de acercar las determinaciones colegiadas didácticas de la planta docente a otros actores sociales del proceso educativo.
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A las anteriores herramientas, se le podrían agregar nuevas que sirvan para construir indicadores por escuela e instrumentos de mejora que entrelacen a docentes y padres y madres de familia. Sin embargo, se requiere de un acompañamiento colegiado y técnico, pero a su vez respetuoso de los procesos internos. Y es ahí en donde tiene cabida el Sistema Nacional de Mejora Continua que representaría una salida para la transformación de raíz que se requiere para los procesos educativos del país.
*Presidente del Colegio de Profesionistas Compartir Conocimiento A.C.
