Regresa a Oaxaca la fiebre de 31 minutos

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Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. Oaxaca ha vuelto a responder con furor al programa chileno de marionetas existencialistas para niños, 31 minutos.

Aunque no había muchos niños en la larga cola que le daba una vuelta a una manzana de kilómetros de longitud, poblada más bien por adolescentes, mujeres y hombres de mediana edad, que desde las cinco de la mañana  de este 28 de octubre se apostaron a las afueras de la sucursal de la Proveedora Escolar, ubicada a unos pasos del mercado de la Merced, para cambiar un libro por un boleto para ver el show de marionetas cantantes a presentarse este 13 de noviembre en el Auditorio Guelaguetza, dentro de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO)

Profesionistas, no profesionistas, estudiantes, chavos con sus uniformes de la prepa, gente que encargaba su lugar un ratito para ir a comprar al mercado cercano un jugo o un café caliente que la pudiera proteger de un clima extremo que pasó en la espera del frío llegador al rayo de sol más extremo.

La gente no se fue y aguanto el andar a veces rápido a veces lento de larga fila de espera , pues aunque la temporalidad para la entrega de boletos gratuitos para el show se había anunciado en redes sociales con un horario de nueve de la mañana a las seis de la tarde, ante la demanda extrema de boletaje, a la una y media de la tarde dos empleados del Fondo Ventura terminaron por circundar una nutrida fila que no dejaba de nutrirse, colocándose en un extremo para  decirles a quienes seguían llegando que mejor vinieran mañana sábado para una segunda tanda de entrega de boletos para un auditorio con capacidad para diez mil asistentes.

En la fila kilométrica (que incluso adentro del estacionamiento de la Proveedora donde se entregaban los boletos, constituía otras cuatro filas delineadas por vayas, como si de ir a pedir una visa se tratara)  lo mismo se podía ver y escuchar a familias doctas que presumían de haber leído mucho en todas sus vidas, con sus  cincos libros en las manos, que añorantes mozalbetes que recordaban como el momento más dorado de juventud  el show que 31 minutos dio en la plaza de la danza hace ya dos años.

Que a parejitas que se iban en competencia por ver quien recordaba primero la letra de tal o cual canción de Patina Tufillo, Juan Carlos Bodoque, Tulio Triviño, Calcetín Con Rombos Man, Huachimingo, Juanin Juan Harry, Policarpo Avendaño, Balón Von Bola  y toda la pléyade de personajes, que desde hace trece años han venido redefinir en Latinoamérica esa expresión tan consabida del show bisnes  mundial y transgeneracional, referente a su intención de hacer la delicia de chicos y grandes.

Al final las y los que no fueron a su trabajo, los que se fueron de la escuela de pinta, los que les dijeron a sus jefes ahorita regreso y ya no volvieron hasta pasada la hora del lunch, los que se llevaron sus asientos plegables cual de antaño plantón magisterial, los que durante toda su espera se esmeraron por recordar la letra exacta de esa rola “treintayunminutera” que habla sobre la felicidad que llega cuando le quitas las rueditas a tu bicicleta, tuvieron su recompensa en sus pases dobles no numerados, sobre los que había un chico con cara de que apenas le estaba saliendo la barba, que advertía a los que habían llegado al final que si no cuidaban sus pases y los doblaban de más , existe la posibilidad de que el mero día del evento, no los vayan a dejar pasar.