Matando y covereando en “Me estás matando Susana”

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Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.  

Oaxaca de Juárez. Roberto Sneider hace su cover de José Agustín y le sale bien. Su adaptación de las Ciudades Desiertas del escritor jalisciense  de 70 años , apenas la tercera cinta del director en 19 años, se significa como un paso adelante del estilo, sobre todo después de aquella súper producción  soporífera y acartonada hasta el cansancio perpetrada hace ocho años por el mismo cineasta, llamada Arráncame la vida.

Me estás matando Susana (México- Canadá 2016) es la vuelta de Sneider al desparpajo de sus Dos crímenes (1995) la opera prima que parecía augurar a un cineasta inventivo, fresco y decididamente original en su manera de retratar un México envalentonado, desdentado y reducido por sus propios arquetipos , siempre viejos, siempre presentes y siempre crónicos y anacrónicos.

Si Sneider no cumplió con la promesa, por lo menos con esta cinta reitera que la esperanza no fue de a gratis. El ganador del globo de oro, Gael García Bernal es Eligio, un machín con todas las de la ley que le pone el cuerno a placer a su esposa española  (bellísima pero certeramente distante Verónica Echegui) mientras espera de ella una fidelidad de servilleta blanca que en una noche de chelas con sus cuates le acabara reventando en la cara.

El viaje del héroe (o antihéroe en este caso)  para recuperar a su mujer (que aquí no es más mujer que de sí misma) se convertirá en  manos de Sneider y Bernal en un gozoso cruce de choques existenciales e idiosincráticos, por las que este mexicano monolítico promedio  ha de pasar en su embate transformador de realidades extranjeras, cuadradas, glaciares y encima de todo sentimentales.

Encendidos y divertidos apuntes sobre las relaciones de pareja, las negociaciones de la traición, los límites de la obsesión  y el sputnik que un europeo de dos metros de altura debe tener entre las piernas, sustentan un filme de ritmo extraño que se resiste a ser comedia romántica, aunque en el fondo no sea otra cosa.

Bernal logra su actuación más interesante en años, al menos en español. Aunque pareciera que siempre se interpreta así mismo, aquí el histrión logra darle luz a su inválido honorario que no cruza la frontera para ver si puede, sino porque puede se avienta.

Esa seguridad de quien cree que lo puede todo, de quien se la juega como canción de José Alfredo, es ejemplificada por el histrión mediante una gama de recursos que van desde la tristeza, la furia, la alegría machacada, pasando por un valemadrismo que se aspira redentor, hasta la súplica enraizada de quien ya encuentra que amar puede también traducirse en un justísimo vete al demonio.

Me estás matando Susana no es la traducción visual y narrativa de la novela de 1982 en la que se basa. En cambio se blande como un martillo destensando  y juguetón de un cover que resuena a diferentes canciones y a diferentes ritmos.

Roberto Sneider ha vuelto a sus adaptaciones cinematográficas literarias mexicanas, pero ahora por lo menos ha recobrado el brío y el musculo que dejara entrever hace veinte años.