Guelaguetza magisterial 2016, entre los muertos y la alegría

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Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. “Aquí no se paga por entrar porque nosotros sabemos cómo organizarnos” , dijo en la inauguración de la llamada Guelaguetza magisterial y popular, el maestro oaxaqueño integrante de la Comisión Política de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) Juan García García.

Quien en vista de la negociación que actualmente la CNTE sostiene con la Secretaría de Gobernación, resucitó el tema de la Ley de Educación que la propia 22 propuso hace unos años como contraparte a la Reforma Educativa del gobierno federal, de la que desde el mismo momento previo de la inauguración el sonido local del evento llamó ya mismo a su abrogación, a lo que los maestros y público asistente afín a su causa respondieron con vítores  y aplausos.

El Estadio Tecnológico, el mismo que fue inaugurado apenas hace unos meses como una de las obras publicas más importantes del gobierno de Gabino Cué, fue el magno escenario de una  Guelaguetza magisterial que empezó a las once de la mañana y que cuatro bailables étnicos después ya presentaba una semilleno, en su capacidad para más de 17 mil espectadores y su costo de 335 millones de pesos, donde incluso la profesora maestra de ceremonias tuvo que alzar la voz (más de lo normal) y pedir a algunos maestros y civiles que ya andaban de ocupas en los palcos del estadio , que por favor se bajaran a las tribunas.

“La Guelaguetza nos da identidad, si es Estado ya nos robó la libertad, que no nos roben también las ganas de vivir”, era el melodramático enunciado con el que la maestra de ceremonias empezó todo el show, mientras maestras y maestros estiraban desde las gradas sus brazos con puño en alto al ya acostumbrado cantico de “¡Venceremos!”.

El primer bailable, luego de pedir el permiso figurado del actual dirigente de la sección 22 encarcelado, Rubén Núñez Ginez, y con un sonido muy mal puesto que en su eco repetía las mismas cosas dos veces, llegó la delegación de Asunción, Nochixtlán.

Cuyos integrantes pidieron justicia por los asesinados el pasado domingo 19 de junio, de los que organizaciones sociales señalan en sus informes sobre los hechos que se trata de ocho muertos, mientras que la propia sección en su llamado a un minuto de silencio en su memoria, nombró a diez muertos, siendo el onceavo asesinado recordado, el maestro que hace unas semanas murió a consecuencia de las heridas  recibidas en el enfrentamiento contra la policía estatal por acordonamiento del IEEPO, destacando como el único maestro por cuya muerte hubo que guardar silencio.

Las nochixtlecas con falda azul y lazo rojo y los nochixtlecos vestidos todos de blanco bailaron una danza lenta al ritmo de la con la Canción Mixteca, con cabeza agachada y las puntas de los machetes tocando el suelo, en lo que pareció ser la ejemplificación de un duelo.

De los muertos no maestros reconocidos de Nochixtlán, cuyos asesinatos forzaron a que SEGOB por fin accediera a sentarse en una mesa de negociación con la CNTE, el discurso y sonido magisterial dijo que ellos “dieron la vida para seguir manteniendo la libertad” , se les mencionó como “aquellos que cayeron para dejar atrás la Reforma Educativa”.

El maestros que enumeró sus nombres tuvo problemas para enunciar el nombre Azarel Galán Mendoza, el joven estudiante y aprendiz de mecánico caído de Viguera, asesinado por un balazo que le cayó del cielo cuando se asomó por curiosidad que estaba pasando durante el pasado desalojo policiaco. Quien contaba con  18 años y a quien el maestro que pidió silencio por su memoria, llamó “compañero”.

“¡La alegría también es rebeldía!” gritaba el sonido local, mientras gritaba exigencias de libertad para maestros presos, incluidos los cinco profesores que fueron encarcelados en 2013, acusados de participar en un secuestro y a los que el magisterio oaxaqueño califica de “inocentes” desde el momento mismo de su consignación.

En el templete colocado a la altura de la media cancha, las y los danzantes ejutecos gritaban e invitaban a la gente a vivir la vida, mientras la clásica coreografía de jarabe de la culebra y el palomo daba cuenta de su alegría con una coreografía en la que las mujeres les dan la espalda y  evaden con gusto los besos de los hombres.

Todo acompañado por frases ya imperturbables como esa de quien mandó a sus amores en azares de café, o con liricas machistas y misóginas donde se habla de golpear a una mujer como si esa fuera una costumbre.

Mientras un globo blanco de cantoya se elevaba por  los aires, las y los maestros integrantes de la Comisión Política, y en primera línea de las hileras de gente sobre el césped, cercanas al escenario, se tomaban sus selfies del recuerdo, un niño de la delegación de Ixtlán comentaba a la gente que les traía “el jarabe que bailan en las bodas de su pueblo”.

Sencillez que puso a aplaudir efusivamente al respetable,  quien compraba en puestos cercanos a las gradas lo mismo botellas y botellitas de mezcal, refrescos Barrilito, antojitos, que agua de Chingorolo y raspados de Raspas El Peluso. Mientras entraba a los baños del estadio donde unos pedazos de papel de balo eran ofertados a la entrada en tres pesos.

Los sones mazatecos de Huautla de Jiménez  y la delegación de San Felipe Usila, Tuxtepec, llegaron haciendo ruido al tiempo que las danzantes tuxtepecanas (ninguna menor de 35 años, cuestión impensable para cualquier bailable de la Guelaguetza oficial) servían café de a mentiras en jarritos, mientras los hombres del baile las rodeaban cargando sendos palos en la espalda.

Al final fue la clásica danza de la pluma la que arrimó al público al gozo total, con los integrantes de las delegaciones arrimándose a las gradas y aventando al público toda clase de convites.

En la cancha, una moto último modelo esperaba el momento de ser rifada.