De la Oaxaca del 2006, no aprendimos nada: Fernando Lobo

0
288

Rodrigo Islas Brito. 

“La rebelión legitima, la que aparece en la calle brutalmente. No está buscando resultados, está buscando la acción por la acción misma. Ni está posando para las cámaras buscando la imagen bonita. No es un proyecto político”.

Ayer se cumplieron diez años del desalojo fallido al plantón magisterial y el virtual inicio del conflicto social oaxaqueño del 2006, y hace dos meses  el escritor y ensayista Fernando Lobo, durante una entrevista efectuada para hablar sobre su última novela, Friquis, platicó también sobre el libro que sobre la Oaxaca que caminó, platicó y conoció ese indeleble año, está por terminar.

Del que no quiso comentar su nombre, solo adelantando que está en proyecto con una editorial española independiente llamada Pepitas de calabaza.

“Es una cronología. Día por día. Desde el día tres de junio por una cuestión que tiene que ver con Radio Plantón”.

Lobo afirma que el conflicto no podría entenderse si no hubiera sido por la avalancha de llamadas telefónicas al aire que ocurrieron días antes del catorce de junio.

“Mañana, tarde y noche, donde cancelaron la barra programática. Con llamadas todo el día en contra del gobierno oaxaqueño de Ulises Ruiz Ortiz”.

Lobo comenta que con esta cronología de la confrontación APPO- Gobierno de URO continua en la misma línea de hacer análisis de medios, incluyendo a los medios rebeldes.

“La cronología es porque hay una serie de problemas como los que me enfrente al contar la historia Mi problema como narrador fue el sujeto, mi personaje es la multitud”.

“Es un chingo de gente (la Asamblea Popular de Pueblos de Oaxaca)  cientos de miles, es un mar de subjetividades. Cuando escribo una novela me pregunto porque actúa así mi personaje, cuáles son sus causas y sus intenciones”.

“Cada individuo de esta multitud (la APPO del 2006) difiere en causas. Hay solidaridad, indignación, militancia de base, conciencia social, idea comunitaria, oportunismo, ánimos de escalada política”.

Para el autor de Latinas candentes seis, Oaxaca 2006 se divide entre las subjetividades surgidas dentro de un movimiento social de gran envergadura, y la represión clandestina, esa que operó el Estado.

“Que lo hizo de modo que nos enteramos de que lo hizo, pero no podemos probarlo. Tortura, desapariciones, manipulación del poder judicial. Todo ello periodísticamente es muy complicado, casi imposible de comprobar”.

Fernando destaca que en el 2006 los torturadores  se encargaron de nos enteremos de que la tortura estaba ocurriendo, que sepas, “pero que no lo puedes enunciar directamente con sujeto y predicado”.

“El mejor modo que tenía para aclarar a mis dos sujetos, al represor y a la multitud, era una cronología. Establecer una secuencia de hechos que dejara claras intenciones y objetivos”.

“En esa cronología se van revelando intenciones, voluntades de políticos, activistas, policías y dirigentes, gracias a un trama lineal”.

Lobo, quien ya lleva más de diez años viviendo en Oaxaca, no mira al 2006 como un conflicto que se supere, ni que haya algo verdaderamente que superar.

Del  turismo afectado por el conflicto, dice que cuando llegó el 2006 la industria turística oaxaqueña ya estaba en crisis.

“El conflicto les sirvió a las cámaras comerciales y hoteleras para pedir grandes cantidades de billete a la Federación”.

El escritor afirma ir contra la narrativa de que el conflicto fue culpable de caída de la economía. Dice que es un modo de contar la historia muy tramposo.

Afirma desdecirse de lo que declaró hace unos años en un documental sobre el conflicto, respecto el  pueblo aprendió a apropiarse de los medios, que la sociedad aprendió también que puede haber medios alternativos.

“La sociedad no aprende nada, que va a aprender la sociedad”, proclama un Lobo infrarrealista

Recuerda que en 2011 las rebeliones populares en Atenas, Wall Street, Madrid, El Cairo, Túnez o Siria se significaron con grandes movilizaciones en las calles, toma de plazas, movilizaciones y acción directa.

“Me sirvió para encontrar reflejos de algo que ya nos había ocurrido a nosotros. Excepto Túnez, ninguna de esas rebeliones llegó a puerto”.

“La paridad económica, la justicia en la relación de impuestos de los ricos, nada se logró. Egipto no solamente no fue democratizado, sino que además fue empoderada una masacre y el empoderamiento del mismo ejército”.

Lobo resume que lo que pasó en la Oaxaca del 2006, con una rebelión popular en la que se recuentan hasta 26 asesinados, fue un asunto requisitorio.

“En el sentido en el que algo se movió”. Se movió ¿para permanecer igual?, se le revira al escritor

“Mejoras no hubo, lo que pasó es que algunos de los que participaron en el movimiento obtuvieron el poder político. El hecho de que la gente se mueva te da la perspectiva de que la historia no está fija”.

“En todo caso, si viviéramos en el mejor de los mundos posibles, entonces ya podríamos hablar de daños y prejuicios por estos supuestos vándalos  de la APPO”.

“Pero si nuestra opinión es que este sistema está de la chingada, a mí la rebelión me sigue pareciendo sana, más allá de sus resultados”.

Hoy, en algo que hace dos meses de sucedida la entrevista nadie podía realmente prever, el 2006 parece regresar a Oaxaca en sus mismas imágenes de un magisterio oaxaqueño movilizado ahora contra la Reforma Educativa, con cuartel en un plantón en el zócalo y una ciudad bloqueada en el que por lo menos este miércoles las corridas de autobuses a Puebla y la Ciudad de México han sido suspendidas.

Dos meses antes Fernando Lobo comenta que rumbo al hoy cristalizado decimo aniversario del 2006 oaxaqueño, “las condiciones económicas no han cambiado y los grupos de presión siguen existiendo.

“Maestros, Transportistas, Sindicatos. Oaxaca sigue siendo un western de los grupos de presión, un lugar donde no hay enemigo pequeño y el gobierno está obligado a negociar y forcejear con organizaciones sociales”.

Resalta que por lo menos el proyecto de Ulises Ruiz de acabar con la protesta social fracasó  y que la gran lucha de la APPO en ese sentido funcionó.

Asegura que hoy existe una enorme crisis discursiva de la actual clase política. “Un capitalismo radical que tiende hacia el adelgazamiento del estado, a reducirlo a la mera condición de gendarme”.

“La clase política entera subordinada a la clase empresarial. Había un equilibrio, ahora ya no lo hay Los políticos están desmantelando hoy la economía de bienestar del aparato priista”.

“Hoy no hay una unidad de cuerpo en los políticos, cada quien jala para su santo y los edificios se caen”.

Fernando Lobo retoma su idea sobre un medioevo moderno que dejo pendiente en la primera parte de esta entrevista.

“No es Oaxaca, en general vamos a un medioevo electrónico. Este ciclo histórico ilustrado que viene del Renacimiento del siglo 15 hasta el 18, la ilustración francesa y la inglesa, fue una finta, un pequeño momento de  nuestra historia”.

“Los grandes momentos de la historia parecen ser oscurantistas, con la perdida completa del humanismo como valor, de la cultura como forma de liberación”.

“El medioevo en su momento terminó siendo normal. El hombre medieval del siglo seis ya no recordaba que hubo un Imperio Romano con acueductos, con drenaje, con servicios médicos y ejércitos regulares”.

Lobo marca que el hombre del medioevo vivía en la oscuridad porque no tenía ni perspectiva histórica, ni idea de que tenía otra forma de vida.

“En ese sentido, nuestra oscuridad, será normal”.