Los Reyes Magos y su magia limitada

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Por Rodrigo Islas Brito

El día de los Reyes Magos ya no es lo que era antes, la situación económica actual por la que atraviesa el país torna aun más complicado el que cientos y miles de niñas y niños en todo el país puedan tener en esta fecha un juguete para desfogar sus sueños.

“Si te fijas ya no hay tanto niño en la calle jugando con lo que le trajeron los Reyes Magos, antes me acuerdo que casi en cada esquina podías ver a niños jugando con su carrito o su avalancha o lo que les hubieran traído”.

Comenta Alicia Pérez Millán, abuela de doce nietos, quien considera que hoy más que nunca los padres y las madres de familia se ven en más complicaciones que antes para satisfacer las peticiones de sus hijos.

“En estas fechas se arma un relajo entre mis nietos. Tengo cinco hijos, tres mujeres y dos hombres, cuatro de ellos tienen sus propios hijos y dos de ellos decidieron que iban a decirles desde un principio que no existían los Reyes Magos”.

“Así que la situación se pone muy fea entre los nietos, por ejemplo en la cena de navidad. Nos juntamos todos y ahí estaban los niños, unos presumiendo de los juguetes que habían pedido y otros diciéndoles a sus primos que los reyes magos no existían. Se terminaron peleando, y sus padres, mis hijos, también se terminaron peleando”.

Doña Licha, como la conocen en su cuadra de la colonia Reforma Agraria comenta que no culpa a sus hijos ni por hacerles creer a sus propios hijos en la existencia de unos Reyes que les traerán regalos desde oriente, ni por cancelarles desde un principio esa posibilidad.

“Mis hijas y mis hijos como todos salen adelante como pueden. Mire, de las tres mujeres una ahorita es algo así como madre soltera. El cabrón con el que vivía la dejo hace dos años con dos niños, uno de tres años y otro de cinco”.

“¿Y entonces ella que va a hacer si ni trabajo fijo tiene? ¿Traerles juguetes a sus hijos o mejor usar ese dinero en darles de comer y mandarlos a la escuela? Por eso cuando me dijo que sus hijos ya no creían en los Reyes Magos yo ni le dije nada”.

“Pero esta mi otro hijo, el mayor. Está casado desde hace doce años y tiene tres niños, ahí la lleva con su trabajo, es contador en una empresa. Bueno pues sus tres hijos todavía creen en los Reyes Magos, hasta el mayorcito que ya tiene casi diez años y ya está medio huevon para seguir creyendo en esas cosas, cree”.

La historia familiar que Doña Licha cuenta es una de muchas que acompañan a estas fechas. Dónde la certeza de que la vida no es igual para todos queda tan presente como el valor de los juguetes con el que cada niño y niña en este país se amanece este seis de enero.

Juan Cruces Aguilar es un niño de ocho años, aunque por su estatura cualquiera podría pensar que tiene seis. Juan cuenta que va a la escuela, pero que también ha trabajado lo mismo cantando en los camiones, vendiendo chicles y golosinas en el zócalo

Relata que su primer regalo de reyes, un robot al que no se le podía ubicar bien de que caricatura había salido, se lo compró el mismo.

“No me agüito, ¿para qué? Sale peor. Los Reyes Magos son para los ricos, lo mismo que Santa Claus y el ratón ese que te da dinero por tus dientes. Y yo no soy rico, yo trabajo”.

Dice tácito Juan, quien cuenta que tiene dos hermanos que también trabajan. Todos viven con su madre, quien ya está esperando un cuarto vástago. Sobre su padre el niño sólo se limita a decir que si lo conoce pero que hace tiempo que no lo ve.

“Ojalá ahora si me traigan mi ipad” suelta Itandehui Sánchez dos días antes del seis de enero, tiene ocho años y desde una edad que no recuerda hace uso de la computadora de su hermana mayor, con la que juega videojuegos en línea y chatea con otras personas.

Pero su hermana, quien ya entró a la secundaria, ya no le está prestando más su máquina, por lo que Ita ya escribió en su carta para los santos reyes que lo que necesita es urgentemente un ipad.

“Ya se las había pedido desde el año pasado, pero lo que me trajeron fue una muñeca. Y a mi ya ni me gustan las muñecas”.

Aclara la niña, mientras su padre, un hombre de unos 37 años, se encuentra a su lado viéndola con un rictus de preocupación que intenta camuflajear con risas.

“Creer en los Reyes Magos cada vez va a ser más complicado en México. Este es un país donde todas las ilusiones por pequeñas o grandes que sean se van rompiendo cada vez más”.

Considera Eli Martínez, estudiante próximo a egresar de la licenciatura en psicología.

“El asunto de los Reyes Magos forma parte del contrato social de los mexicanos, pero hoy, con tanta delincuencia, devaluaciones, corrupción, crisis y zozobra, el contrato social de este país se está yendo al caño”.

Eli empieza a relatar que dejó de creer en los Reyes Magos a los siete años, cuando su madre ante la imposibilidad económica de comprarle un regalo la madrugada del cinco de enero decidió descubrirle la amarga verdad en la intimidad de un Dennys de Mazatlán, Sinaloa.

Pero esta historia podrá formar parte de otro recuento más que clarificador para la psique nacional: el momento en el que cada mexicano dejó de creer en los Reyes Magos.