Mordaza para periodistas en México alcanza etapa crítica en 2015

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Por: Rodrigo Islas Brito

Hoy los periodistas asesinados y desaparecidos por las balas y las fosas comunes del narcotráfico se cuentan en México tal vez por cientos, siendo el último dato el de la  Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), cuyas estadísticas (hechas públicas a raíz de la ejecución  del fotoperiodista Rubén Espinosa Becerril en julio pasado), afirman que desde el año 2000 han sido asesinados 88 periodistas en este país.

“¿Que nos hace pensar que si el político poderoso quiere callar la voz del periodista, el narco si va a dejar que esa voz se oiga?”.

Reflexiona y se pregunta el periodista y cronista Alberto Salcedo Ramos en su reciente visita a Oaxaca, para quien en el asunto del narcotráfico “Colombia y México ponen la droga y los Estados Unidos ponen las fosas nasales “.

Salcedo Ramos, integrante del grupo Nuevos Cronistas de Indias considera que, tanto en Colombia como en México existe una fascinación generada por la violencia del narcotráfico y sus extravagancias, pero no por encontrarle una explicación profunda al problema.

“En México ha habido desde siempre una concesión hegemónica del poder. Acá el poder es para yo  mandar y que ustedes se queden callados. Entonces todo el mundo reproduce ese modelo de poder, hasta el narcotraficante”

“El narcotraficante simplemente reproduce el modelo de poder en el que él ha crecido. Un mundo donde el que tiene poder manda a callar al que no lo tiene”

Hoy la múltiple ejecución del  fotoperiodista  Rubén Espinosa (junto con cuatro mujeres, incluida la activista Nadia Vera),  quien al igual que Vera  huyó de Veracruz a la Ciudad de México, por amenazas contra su vida y su labor informativa, solo para aperecer asesinados en un departamento de la Colonia Narvarte,  es catalogada hoy por la Procuraduría General de la República, con los tres presuntos responsables formalmente presos,  como un asunto de venta drogas que salió mal, donde una de las asesinadas Mile Virginia Martín, era el verdadero objetivo.

“Hay que mirar esto a fondo, digo yo”, considera Salcedo refiriéndose al tema de los ataques y atentados de la libertad de expresión, en los cuales insiste según su hipótesis, el narcotraficante  no hace más que replicar la política de represión contra las voces críticas del político mexicano promedio.

Pues según datos de la asociación civil de protección y seguimiento de protocolos de seguridad para periodistas en peligro, Articulo 19, así como de otras asociaciones civiles, en los últimos tiempos, después de más de diez años de comenzada la guerra contra el narcotráfico, se han multiplicado los casos de autoridades federales, estatales y municipales que amenazan e intimidan a periodistas a los que consideran calumniadores, por cuestionar y poner en evidencia sus juegos de corrupción y omisión.

A este clima permanente de censura se suma la ley recién aprobada por los aparatos legislativos del estado y publicada ya en el Diario Oficial por el gobierno de Enrique Peña Nieto, la llamada ley de derecho de réplica, contra  la cual incluso ya se registran los primeros amparos, como el del semanario Proceso.

Cuyos abogados argumentan que, la nueva ley viola la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos al menoscabar la libertad de expresión y el derecho a informar.

“Pues la ley va más allá de garantizar la réplica porque coloca a los periodistas en la obligación de probar la “falsedad de inexactitud” de cuanta información y opinión difundan. De lo contrario, serán objeto de juicios y sanciones. De esa obligación estarán exentos aquellos medios de información y periodistas que se limiten a reproducir información oficial”.

Se puede leer en una nota de la versión web del semanario, explicando que la solicitud de amparo del semanario impugna la definición que la ley hace del derecho de réplica respecto a datos o informaciones publicadas sobre hechos “que sean inexactos o falsos” y cuya divulgación le cause un agravio político, económico, en su honor, vida privada y/o imagen de quien se duela de una publicación.

Pues el mismo criterio de trasfondo represor y de mordaza se pretende aplicar para la crítica periodística.

De vuelta al narcotráfico y su política de silenciar periodistas, que por lo menos en México, se traduce ya en decenas y decenas de grupos criminales disparando todos los días armados hasta los dientes, Salcedo Ramos concluye:

“Ellos consideran que nosotros los periodistas no somos parte de su mundo,  no hacemos parte de él . No nos ven en Rolls Royce ni en Mercedes Benz . Nos ven con tenis y sin escolta”.

“Se dicen a sí mismos, si yo tengo 120 escoltas, ¿cómo voy a permitir que un tipo que anda a pie y desprotegido atente contra lo que yo soy, contra lo que yo represento?”.

Para Salcedo Ramos el narcotráfico en México, Colombia y en la mayor parte del mundo entero, se debe a que su esfera pública los espacios para el ascenso social a través de la vía legal están limitados por la voracidad de una corrupción política que lo consume todo.