La imagen de un país cambia cuando cambia la realidad

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Pocos presidentes latinoamericanos pueden presumir de haber influido en la política de seguridad de un gobierno mexicano durante dos gobiernos consecutivos. Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, es uno de ellos.

Comenzó en 2006: “Yo como ministro de Defensa inicié un proceso de colaboración, yo me acuerdo cuando el presidente Calderón era el presidente electo fue y tuvimos una reunión muy larga sobre cómo Colombia estaba haciendo su organización de la policía y le dimos una serie de asesorías en la forma en que la policía enfrentaba al crimen organizado. Hemos venido desarrollando formas de colaboración y con el presidente Peña Nieto tengo las mejores relaciones”.

Santos se encuentra en México para una visita de Estado cuyo objetivo es profundizar, vía una Asociación Estratégica, la cooperación binacional en comercio, turismo y seguridad, entre otros rubros.

El año pasado, dice el presidente, ingresaron a Colombia más de 110 mil turistas mexicanos y vinieron a México más de 275 mil colombianos. “A los delincuentes hay que combatirlos, pero sin frenar el flujo inmenso de ciudadanos de bien que hay entre nuestros países”, aclara respecto a la pregunta de si la falta de visas entre ambas naciones pudiera beneficiar a la delincuencia.

El presidente colombiano se muestra cuidadoso de no criticar al país anfitrión, sin embargo, suelta algunas lecciones: “No soy nadie para hacerle recomendaciones al presidente Peña Nieto. Lo único que diría es que una regla de oro en la lucha contra el crimen organizado es vigilar y controlar la corrupción entre las propias fuerzas y autoridades, que son generalmente los primeros blancos de los mafiosos”.

¿Cualquier tipo de corrupción?

—Por supuesto. Para el crimen organizado, su objetivo de más alto valor son las autoridades. Si logran comprarse a las autoridades —altas o bajas— es decir, si logran la convivencia de la policía, de los jueces, de los fiscales, entonces pueden hacer su negocio sin ningún problema, entonces por eso son tan insistentes e incisivos en corromper las estructuras del Estado y ahí es donde el Estado tiene que ser especialmente cuidadoso y tener sistemas de contrainteligencia muy efectivos, revisarlos permanentemente porque esta gente es muy audaz e implacable. La famosa frase “plata o plomo”, esa funciona muchas veces y por esos tenemos que estar siempre con ojo avizor frente a la corrupción. Pero por supuesto, cualquier tipo de corrupción facilita la actividad del crimen organizado.

¿La corrupción es algo cultural, inherente a los latinoamericanos?

—No, por ningún motivo, no creo que sea eso una característica que nos puedan atribuir como algo inherente a nuestra idiosincrasia. Yo sí rechazaría esa forma de percibirnos.

La estigmatización de México

Brasil, Colombia y Venezuela registran más homicidios per cápita que México. A pesar de eso, México ha tenido mayor presencia en medios por la violencia del crimen organizado. ¿Una mejor comunicación de los países sudamericanos?

—En el caso de Colombia tenemos la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes más baja en los últimos 40 años, hemos venido bajando esa tasa año tras año y yo creo que parte de la mejor imagen que tenemos nosotros es que en materia de seguridad hemos sido muy exitosos, no solamente bajando las tasas de homicidio; los secuestros por ejemplo: en este año llevamos menos de 50% del año pasado, y el año pasado bajó muchísimo frente al año anterior y así sucesivamente.

Todavía tenemos problemas del crimen callejero, pero en el crimen organizado esas bandas que hace unos años eran todopoderosas hoy han sido desarticuladas. Queda una con influencia nacional que la estamos golpeando todos los días.

Es decir, sólo mejorando la realidad se puede mejorar la imagen.

—Pues muchas veces se demora la imagen en casar con la realidad. A nosotros nos ha pasado que hemos mejorado en muchos frentes, pero las percepciones siguen negativas. Sin embargo, tarde o temprano si la realidad es positiva, entonces la percepción sigue a la realidad.

Medellín y Cali, que fueron estigmatizadas en su momento por los cárteles asociados a ellas, hoy son metrópolis que llaman la atención por su innovación, su progreso y sus atractivos turísticos.

Colombia estaba a punto de ser considerado un Estado fallido. Hoy Colombia es una democracia actuante, somos líderes en crecimiento económico, en reducción de la pobreza extrema, en atraer la inversión extranjera. La situación ha cambiado sustancialmente.

Los conflictos entre gobierno y las FARC en Colombia, ¿qué tanto han alejado las inversiones de ese país?

—Colombia ha tenido un crecimiento sostenido en el ingreso de inversión extranjera directa, lo que muestra un buen nivel de confianza de los empresarios en el país. Por supuesto, no desconocemos que esta inversión sería mayor si no tuviéramos vigente un conflicto interno armado, y por eso estamos decididos a terminarlo, ojalá por la vía del diálogo.

México, como Colombia, tiene que enfocarse en la mejoría de sus condiciones de seguridad para asegurar una mayor inversión. Nuestra lucha contra los grandes cárteles de la droga fue exitosa, pero hay que admitir que esta actividad ilícita sigue presente a través de organizaciones más pequeñas e incluso bandas de microtráfico. El enfoque debe ser integral: contundencia contra la delincuencia, cooperación internacional, el reforzamiento de la eficiencia policial, así como el tratamiento del problema del consumo como un asunto de salud pública.

¿Legalizar la mariguana?

Usted abiertamente ha dicho que la legalización de la mariguana puede ser una alternativa. ¿Cómo siente que ha sido la recepción del resto de los gobiernos latinoamericanos respecto de esa propuesta?

—Cada vez mejor, cada vez se están dando cuenta que tenemos que repensar esta lucha contra las drogas. Llevamos 50 años desde que se declaró la guerra a las drogas en las Naciones Unidas y después de 50 años no hemos ganado la guerra. Cuando uno no gana la guerra después de 50 años, pues la perdió, y en ese sentido tenemos que repensar cómo podemos abordar este problema de común acuerdo, en forma mancomunada, porque ningún país individualmente puede solucionar un problema que es multinacional, es un problema netamente multinacional y por eso es tan importante que encontremos entre todos nuevos caminos.

¿Ha hablado usted con el presidente mexicano sobre este tema de la legalización de la mariguana?

—Hemos hablado sobre la necesidad de estudiar fórmulas alternativas. México, Colombia y todos los países latinoamericanos han venido discutiendo este tema. La OEA con Estados Unidos y Canadá ha emitido resoluciones en ese sentido, se hizo un estudio producto de la Cumbre de las Américas que se celebró en Colombia hace tres años, que la OEA adoptó para proponer nuevas fórmulas y ése va a ser el tema de fondo en una asamblea especial que se citó de Naciones Unidas en el año 2016.

¿Ha sentido algún cambio entre la recepción que ha tenido esta propuesta en México hace 10 años y la visión de ahora?

—Son los hechos los que están mostrando el camino. Cuando uno lo enfoca solamente en un problema de represión, pues entonces lo que ve es un aumento desmesurado en el número de personas presas en las cárceles y el problema sigue y el problema continúa y la violencia sigue y la violencia continúa, entonces los países están viendo que esa represión no es la solución, por eso le digo que llevamos 50 años con esa fórmula y lo que tenemos es un negocio que continúa y que si somos exitosos en Colombia, se viene para México, o se va para Guatemala y si son exitosos en México, se va para Perú o se va para Brasil u otras partes del mundo, porque no es un problema que se restrinja al área latinoamericana; si no usted vaya al Medio Oriente y ve el tráfico de heroína cómo está financiando una parte del terrorismo. Entonces es un problema mundial.

Los narcos y las FARC

Usted sabe que son conocidos los vínculos de las FARC con cárteles del narcotráfico mexicanos. Cuando se firme, si es que se concreta, el acuerdo de paz con ese grupo guerrillero, ¿no se teme que se deje un vacío que de cualquier manera ocupe otro grupo de guerrilleros en esta relación con el crimen organizado mexicano?

—Ese es un gran reto que tenemos, nos estamos preparando para ello, que nadie llene ese vacío, y las FARC se comprometieron por escrito. Ese es uno de los acuerdos: romper todo vínculo con el narcotráfico y colaborar con el Estado en toda la cadena de narcotráfico, sobre todo en la sustitución de los cultivos ilícitos, en destruir los laboratorios y todos los corredores de exportación. Es un paso fundamental que a México le va a convenir enormemente, porque Colombia sigue siendo el país más importante, el primer proveedor de cocaína en el mundo.

La mayor parte de la cocaína que genera México viene de Colombia, y por eso la paz en Colombia es también la paz en México, porque eso va a tener una repercusión enorme, enorme. Yo sé que los cárteles de la droga están en contra de la paz porque se va a afectar su negocio y hay poca gente que está en contra de la paz porque se afecta su negocio o su popularidad. Pero por esto tenemos que insistir y por eso aprecio tanto el apoyo que recibo del gobierno mexicano para perseverar en esta búsqueda de la paz.

La lucha anticrimen de Colombia

¿Considera que el apoyo del gobierno de Estados Unidos a México y la mayor presencia de agentes de la DEA en operativos pueden ayudar de manera más eficaz al combate contra el narcotráfico?

—En Colombia el apoyo de Estados Unidos, en entrenamiento, equipos y capacidad de inteligencia, que se plasmó a través del llamado Plan Colombia, fue muy positivo y nos ayudó a derrotar los grandes cárteles del narcotráfico. De hecho, el Plan Colombia puede considerarse como el caso más exitoso de cooperación en seguridad con un país extranjero, además de ser un plan que tuvo apoyo bipartidista en Estados Unidos.

No es que el volumen de dinero haya sido tan grande, porque la parte dura la hemos puesto los colombianos y el sacrificio lo hemos puesto los colombianos. Pero fue muy útil por aspectos que en su momento eran fundamentales, por ejemplo, la inteligencia. Eso fue muy importante. El Plan Colombia fue muy efectivo. La ayuda no fue tan grande, pero fue de calidad.

El número de muertos y violaciones a los derechos humanos en el marco de la lucha contra el narcotráfico se ha elevado en México, ¿es el precio de este combate?

—La respuesta a la criminalidad no tiene por qué reflejarse en deterioro de la protección a los derechos humanos, y eso es algo en lo que hay que estar muy alertas. Cuando fui ministro de Defensa, en medio de los más fuertes combates, expedí la primera Política Integral de Derechos Humanos para el sector Defensa y la fuerza pública, porque soy consciente de que la única victoria válida es la que se logra con legitimidad, y ésta se gana respetando las normas humanitarias.

La vertiente económica

¿Cómo ve Colombia la conformación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) como herramienta para incrementar el comercio y empujar el crecimiento económico? ¿Les interesaría ser parte de dicho acuerdo?

—Colombia no es parte de esta negociación, que están haciendo 12 países de América, Asia y Oceanía, pero nos parece un escenario positivo en cuanto a que busca la apertura y la armonización de normas para fomentar el comercio. Cuando conozcamos el alcance de lo acordado en el TPP, analizaremos el efecto que tendría para los productos colombianos el pertenecer o no a dicho acuerdo, y obrar en consecuencia.

¿Cómo mejorará la relación bilateral la Asociación Estratégica, que concreta en su visita a México?

—Con México tenemos unas excelentes relaciones a todo nivel: económico, de seguridad, cultural, educativo y en varias áreas de cooperación. Al elevar nuestro nivel de relacionamiento a una Asociación Estratégica vamos a lograr un mayor nivel de coordinación en todas las acciones bilaterales, pues estarán dirigidas por un Consejo de Asociación Estratégica presidido por nuestros cancilleres y con representantes de cada país por cada sector estratégico. Habrá, además, un Comité Asesor de la Asociación Estratégica conformado por académicos, empresarios y personalidades de ambas naciones que nos pueden orientar para optimizar nuestras oportunidades de cooperación.