Repuntan la novela gráfica y el cómic en México

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La novela gráfica y el cómic viven su segundo aire en México, pues hay un incremento de demanda y ventas de estos géneros, así lo afirman directivos de la librería Gandhi y la editorial Sexto Piso.

“La clientela y los lectores piden cada vez más este género de literatura. A tal grado que comenzaremos a modificar los espacios en nuestras librerías para tener áreas exclusivas para novela gráfica y cómic”, afirmó Francisco Goñi, gerente de contenidos y exhibición de Gandhi.

Goñi asegura que el repunte de la novela gráfica llegó tarde a México, sin embarg ha mantenido su crecimiento, sobre todo en los sellos mexicanos que comienzan a editar este tipo de trabajos.

“Es una tendencia europea y estadunidense que llegó tarde a México pero ha ido creciendo paulatinamente. Nosotros manejamos alrededor de 20 sellos editoriales, de los cuales tres o cuatro son mexicanos, como Sexto Piso, Almadía, Tusquets y Resistencia, que han empezado a apostarle a la novela gráfica”, aseguró.

Diego Rabasa, editor de Sexto Piso, asegura que los resultados comerciales del llamado ‘noveno arte’, han aumentado de forma sistemática en los últimos dos años.

“Títulos como, La calavera de cristal, realizada a cuatro manos por Juan Villoro y Bef, o Pancho Villa y la toma de Zacatecas, de Paco Ignacio Taibo II y Eko, han sido éxitos comerciales y le han abierto las puertas a otros títulos de la colección”, indicó.

Según datos de la editorial, al menos el 50 por ciento de los tirajes de las novelas gráficas mexicanas se ha vendido. Algunas de las más exitosas son La calavera de cristal, de Juan Villoro y Bef; Los calcetines solitarios, de Luigi Amara y Trino, que vendió 5 mil 240 ejemplares, y Pancho Villa tomó Zacatecas, de Paco Ignacio Taibo II y Eko de cuyos ejemplares editados se vendió más de la mitad.

“En países como Japón, Inglaterra, Bélgica, Francia y Estados Unidos, la novela gráfica ha dejado de ser un género minoritario. Creemos que en México la novela gráfica aún no ha sido adoptada con tanto entusiasmo y nos parece que es un género que tiene un potencial de crecimiento importante”, aseguró Rabasa.

México tiene antecedentes de cómics y obras gráficas, como Memín Pinguín, creado por Yolanda Vargas Dulché en 1943, y La Familia Burrón, de Gabriel Vargas. Sin embargo, ante la falta de espacios para desarrollar esta disciplina artística, Sexto Piso y Gandhi crearon el primer taller de novela gráfica y cómic en México, para impulsar estos géneros.

“Los espacios de formación para aspirantes a desarrollarse en él son escasos. La idea del taller es tratar que los interesados en las posibilidades narrativas de la novela gráfica puedan interactuar con cinco exponentes de mucha calidad en nuestro país”, aseguró en entrevista Diego Rabasa, editor de Sexto Piso.

En el taller, que durará del 2 al 30 de junio, participarán Bef, autor de novelas gráficas como Monorama y Pulpo Comics; Eko, dibujante del suplemento cultural de Laberinto y de la novela gráfica Pancho Villa tomó Zacatecas; José Hernández, caricaturista político de varios semanarios y diarios mexicanos; Alejandra Espino, becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) por novela gráfica, y Adrián Pérez, creador del cómic mexicano Monociclo.

José Hernández, quien colaboró con Fabrizio Mejía para la novela gráfica de Septiembre: zona de desastre, que habla sobre el terremoto de 1985, dijo que espera que este tipo de obras se consolide en México.

“Ojalá que esto no sea una moda y se convierta en un género sólido en México que atrape a muchos lectores”, dijo.

Hernández, quien estudió cine en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), aseguró que su formación cinematográfica le ayudó en el trabajo realizado junto a Mejía.

“Me di cuenta que no sabía dibujar, me costó mucho, pero los conocimientos cinematográficos, de la imagen y el guión me ayudaron mucho, además de la investigación, yo siempre digo que esta novela fue como mi primer película”, agregó el caricaturista, quien prepara una novela gráfica sobre la vida del Che Guevara.

Alejandra Espino consideró que el cómic es un medio por sí mismo que cambia paradigmas y rompe prejuicios sobre los libros con dibujos.

“No es literatura, ni es pintura, juega con sus propias reglas. Rompe con ese prejuicio de que leer con ‘dibujitos’ no es leer. Ha permitido que la gente regrese a aprender con dibujos, sí, pero es una experiencia distinta, ya que es un medio híbrido”, señaló.

Actualmente Espino trabaja en una novela gráfica sobre una mujer que quiere ser muralista a principios del siglo XX en México.

Adrián Pérez, autor del cómic Monociclo y colaborador de Los insectos invisibles, apunta que hace falta un impulso mayor por parte de editoriales para que estas obras puedan salir del nicho y se forme una industria del cómic en México.

“Siempre hemos tenido grandes grafistas en México, es un país muy visual, más bien el problema es empresarial, lo que hace falta son editores y editoriales que apoyen este tipo de expresión. El chiste es que no sea algo de nicho, sino que sea un producto que pueda leer toda la gente”.

Carlos Tello, tiene 24 años, y para él las novelas gráficas y cómics son parte fundamental de su vida.

“Los cómics siempre han estado allí, en puestos, en el Sanborns. Los cómics son orbitales en mi vida, y llegaron como meteoritos a mi corazón cuando leí Sandman de Neil Gaiman, ahí fue cuando me convertí en fan”.

Los cómics favoritos de Carlos son Watchmen de Alan Moore, The Dark Knight Returns de Frank Miller, Hellboy de Mike Mignola, Lucifer de Mike Carey y Preacher de Garth Ennis.

Adrián Paredes estudia animación en el Tecnológico de Monterrey y también se considera fan del cómic y la novela gráfica, pues para él permiten ver el mundo desde los ojos del escritor.

“El mundo imaginado del autor está ahí, plasmado, tienen lecciones, hacen críticas sociales, es muy padre cómo las ilustraciones refuerzan las teorías del creador”, apuntó Paredes quien se considera fanático del manga japonés, como Full Metal Alchemist, y novelas gráficas como Scott Pilgrim.

La novela gráfica se diferencia del cómic en que su encuadernación es similar a los libros convencionales y es distribuido por librerías. Aunque el término ha comenzado a utilizarse para todas las expresiones gráficas impresas como el manga japonés y el cómic.

Sus antecedentes datan del siglo XIX, cuando los libros eran ilustrados con viñetas para hacerlos más entendibles. Pero fue hasta el siglo XX cuando se conformó como tal el término, sobre todo en la década de los 60 y 70 con el boom del cómic.

En 1971 apareció la primera novela gráfica, Blackmark de Gil Kane y Archie Goodwi. Pero no fue hasta los años 80 cuando vino el boom de la novela gráfica, con Frank Miller y Watchmen de Alan Moore.

A principios del siglo XXI la novela gráfica tomo un nuevo respiro gracias a múltiples adaptaciones cinematográficas como Persépolis de Marjane Satrapi, Coraline, Kick-ass, Scott Pilgrim y más recientemente The blue is the warmest color, adaptación que logró llevarse la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2014.