La teoría económica del amor

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Generalmente asociamos a la economía con dinero, producción, empleo, inflación… cosas materiales, sin embargo, al tratarse de una ciencia que estudia decisiones humanas en función del beneficio que a éstas les da, no es tan descabellado pensar que otros temas también puede ser analizados desde el punto de vista económico… como el amor.

Aquí hay cuatro términos económicos que bien pueden aplicarse a las relaciones:

División del trabajo.- Estadísticamente está comprobado que las peleas entre parejas son, en su mayoría, porque uno de los dos cree que el otro no contribuye al hogar de la misma manera. ¿La solución? Dividir el trabajo de la misma manera en que se hace en la sociedad, por ventajas. El más apto debe limpiar, cocinar, cuidar a los niños, pagar las cuentas, etc.

Daño moral.- Esto quiere decir que aquel que cuenta con un “seguro” tiende a comportarse más erráticamente porque sabe que será salvado (¿recuerdan a los bancos demasiado grandes para caer?). Las mujeres saben que pueden iniciar un argumento (la mayoría de las veces) con la seguridad de que el hombre cederá al final. Sin embargo, el abuso de este factor es desgastante para la relación porque, a diferencia del gobierno, sus hombres sí las pueden abandonar. Y no solo se da en las mujeres, ninguno de los dos debe aprovecharse de situaciones que saben que les dará la razón pero que humillarán y dañarán la relación.

El ciclo económico.- El amor tiene sus altas y sus bajas. Cuando sientes que una relación es demasiado asfixiante, lo mejor es que se hable y se enfríen las cosas para que todo vuelva a la normalidad. Llamémoslo relajar la “política amorosa”, una buena medida contracíclica en la relación. Por otro lado también se necesitan de “estímulos amorosos” como una medida procíclica, todo esto con el fin de mantener la relación alrededor de un nivel estable que sea bueno para la pareja, que haga crecer el sentimiento entre los dos y evite “recesiones amorosas”.

Teoría de juegos. – Nada explica mejor la teoría de juegos que la taza del baño, dejar la tapa arriba o abajo. Dos jugadores, dos estrategias. ¿Qué conviene? Un economista ha escrito un paper sobre esto y llegó a la conclusión (después de muchas matemáticas) de que el hombre puede dejarla arriba después de la primera ida en la mañana pero que deberá bajarla en la última del día para evitar que su mujer tenga una “sorpresa nocturna”.