Pierden la sangre de Karol Wojtyla

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La policía italiana detuvo ayer a una tercera persona por el robo de la reliquia con la sangre del beato Juan Pablo II, el ladrón aseguró que su intención era vender el relicario y que, al desconocer el valor de lo que contenía, decidió deshacerse del mismo.

Además, este último detenido, de 18 años, afirmó no recordar el lugar en el que se deshizo de la reliquia, un pequeño trozo de tela de la sotana de Juan Pablo II que quedó manchada de sangre durante el atentado que sufrió en la Plaza de San Pedro el 13 de mayo de 1981.

Durante la mañana de ayer, los primeros detenidos, de 23 y 24 años, confesaron el robo del relicario y de una cruz de la iglesia de San Pietro della Ienca, en la región italiana de los Abruzos, que ya han sido encontrados.

Ahora la policía trabaja para tratar de hallar la reliquia del futuro santo Juan Pablo II que el cardenal polaco, Stanislaw Dziwisz, entregó a la comunidad de los Abruzos como “una muestra de su amor hacia la montaña”.

Juan Pablo II se encontraba muy unido a la zona donde se erige el pequeño santuario donde se cometió el robo, al encontrarse muy cerca de la montaña de Gran Sasso, cerca de los Apeninos, donde el papa Karol Józef Wojtyla acudía con cierta frecuencia a pasear, meditar e incluso a esquiar. El hecho de que los jóvenes confesores del robo no sean capaces de indicar el lugar donde se desprendieron de la reliquia hace más difícil su búsqueda, por lo que la policía y los Carabineros (policía miliar italiana) continúan peinando la zona donde fueron encontradas ayer la parte metálica del relicario y la cruz.

Además, según apuntan los medios italianos, los tres jóvenes están colaborando con el responsable de la investigación, el fiscal de L’Aquila, David Mancini, y ya han señalado algunas zonas en las que podría encontrarse este objeto de culto.

Una vez que sea encontrado, el fiscal decidirá si hay motivos para el arresto de estos tres jóvenes, de los cuales dos ya tienen antecedentes penales relacionados con droga y por delitos contra el patrimonio público.

Antes de la confesión de estos tres jóvenes italianos, se barajó la posibilidad de que se tratara de un robo para realizar algún rito satánico o de que tuviera que ver con un robo vinculado a algún coleccionista.