La Jornada.
Ciudad de México. El día de cosechar ha llegado. Fueron tres meses de incertidumbre para Pedro López Cortés, Ismael Luis López y Catalino de la Rosa, tres de los 200 productores zapotecas de flor de muerto, cempasúchil y cresta de gallo, oriundos de Puente Madera.
La emoción de ver sus cultivos, como años atrás, cambió por la preocupación. Los resultados no fueron los esperados, sus cosechas no lograron la inversión de miles de pesos y su futuro es cada vez más incierto.
Puente Madera pertenece a la localidad de San Blas Atempa, y se ha distinguido por ser la principal comunidad en el Istmo de Tehuantepec en sembrar la flor de muerto.
Sus clientes llegan de las principales ciudades como Juchitán, Tehuantepec, Salina Cruz hasta el sur del estado de Chiapas.
La primera lluvia que cayó en el mes de julio contagió la alegría de los productores, quienes año con año y meses antes preparan sus cultivos.
Con un arado de madera fecundan la tierra y esparcen las semillas. De los 200 productores, aproximadamente sólo 70 de ellos cosecharán en este 2016 sus flores de muerto. El resto lo perdió todo.
La sequía como efecto del cambio climático, la tardía distribución del agua de riego de parte de Conagua y la falta de apoyos productivos para el campo, fueron sus principales “trabas” y que contribuyeron a un resultado desolador y triste.
Los productores de flor de muerto cultivan por herencia y tradición familiar ya que las ganancias que obtienen son mínimas.
Para lograr un 80 por ciento de su cosecha ante la escasez del agua, Catalino de la Rosa quién ha cultivado la flor de muerto por herencia de su padre desde hace 30 años, invirtió sus pocos ahorros y adquirió una bomba de agua con valor a 10 mil pesos y otros 10 mil pesos en tuberías y accesorios sin tomar en cuenta el combustible que para cada riego invirtió mil pesos que en total fueron siete veces.
El campesino zapoteca cosechará poco, el recurso que obtendrá de la venta lo guardara como ahorro para el próximo año, él cosecha por herencia y no para hacerse rico, con la ayuda de su esposa Lucia Reyes Salazar quién elabora totopos (tortilla de maíz) han sacado adelante a su familia, porque el campo es su todo.
Pedro a diferencia de Catalino no pudo adquirir una bomba de agua, y perdió una hectárea de su cosecha, perdió más de 5 mil pesos que invirtió por concepto de abono, barbecho y maquinaria.
Camina con tristeza entre los surcos en donde solo observa que sus plantas que no crecieron, los plantíos de cempasúchil apenas y alcanzaron unos 10 centímetros de altura mientras que la cresta de gacho se desarrolló entre cinco y ocho diámetros de grosor cuando deberían haberse logrado entre 15 y 18 centímetros de diámetro.
Pedro culpó a la Comisión Nacional del Agua, a través del modulo de riego de Tehuantepec, que después de muchas exigencias y manifestaciones finalmente distribuyó de forma tardía apenas hace una semana el agua en los canales, cuando las cosechas ya estaban perdidas.
“Fue una irresponsabilidad del sistema de riego de la Comisión de dotarnos de agua una semana antes de la cosecha. De nada ha servido que nuestras tierras sean de riego cuando algunos perdimos el cultivo y otros tuvieron que destinar sus recursos y adquirir bombas artificiales”.
Ismael Luis López, otro de los productores que sólo cosechó media hectárea, de un total de una que sembró, dijo que un surco de flores de cresta de gallo las vende en 300 pesos y la de cempasúchil en 200 pesos.
“Vender las flores de cempasúchil y cresta de gallo no es negocio, pero lo hacemos porque es herencia para nosotros. Año con año a partir del 28 de noviembre comienzan a llegar infinidad de personas, algunas nos compran la media hectárea y otros unos cuantos ramos, sabemos que vienen revendedores y otros lo compran para sus altares, Puente Madera es una comunidad típica que cosecha flores de muerto en esta zona del Istmo”.
Mientras esperan que las pocas cosechas se vendan y cubran de colorido las ofrendas de día de muertos en los hogares de las familias zapotecas, los campesinos realizan los últimos detalles en sus parcelas, algunos juntan la tierra a las plantas, otros riegan con mangueras sus surcos y otros comienzan a desmontar lo que no creció.
Además de flor de muerto, los campesinos de Puente Madera también cultivan el resto del año camote, maíz, flores como la albahaca, de china, margaritas, azucenas y jitomate.
Todos viven del campo, en sus hogares las yuntas de buey están listas para salir y recorrer los surcos, mientras que las mujeres no dejan un solo día de elaborar las tortillas de totopo.