En la madrugada, dos locales comerciales fueron incendiados de forma intencional en la avenida Efraín R. Gómez, en el corazón de Juchitán. El ataque, atribuido a presuntos integrantes de un grupo delictivo dedicado al cobro de piso, vuelve a sacudir a una ciudad atrapada entre la violencia y el abandono institucional.
El hecho ocurre a pesar de la presencia del Operativo Sable, estrategia de seguridad coordinada entre fuerzas federales y estatales que, lejos de apaciguar la crisis, ha sido objeto de crecientes cuestionamientos.
Entre la población resuenan denuncias por presuntos actos de extorsión cometidos por algunos elementos del operativo, lo que ha debilitado aún más la confianza ciudadana.
La impunidad se mantiene. No hay detenidos ni posicionamiento oficial tras el atentado, que se suma a una cadena de ataques, amenazas y extorsiones que desde hace meses azotan a comerciantes y familias de la región.
En Juchitán, el miedo sigue ganando terreno.
