Escritor de Oaxaca se abre paso en redes sociales

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El Universal

“La intelectualidad en este país son relaciones públicas, es tráfico de influencias, son becas, algunas de por vida e incluso después de muerto”, sostiene Rodrigo Islas, un reciente estrenado escritor al que la pandemia de Covid-19 lo arrojó al desempleo tras varios años como periodista.

Su récord es impresionante. En poco más de un año ha vendido más de 848 ejemplares de dos de sus obras, principalmente a través de sus contactos de Facebook y entregándolos directamente casa por casa, de puerta en puerta o en un punto de encuentro.

Ahora ha lanzado un manifiesto en el que invita a unirse a su iniciativa de autopublicarse: “No más búsqueda del prestigio encapsulado, de la vana y desmadrada felicidad social, no más ‘espérate a que regresemos a la normalidad’… No más intermediarios con chequera ilimitada…, si tenemos que ir a dejar nuestros libros a la puerta de tu maldita casa, lo haremos…”.

Rodrigo Islas, nacido en la Ciudad de México en agosto de 1979 y egresado de la Universidad Mesoamericana en Oaxaca, donde estudió Comunicación, trabajaba como reportero en un medio de comunicación local; sin embargo, la pandemia y la contracción de la economía lo dejaron en el desempleo.

Para subsistir tomó uno que otro trabajo, hasta que Alejandra, —quien posteriormente se convertiría en su editora—, le recomendó escribir sobre la pandemia, hacerlo libro y venderlo entre sus contactos.

Es así como empezó un nuevo camino para Rodrigo. En 20 días escribió Días de Lucha en Ciudad Dorada, del que ha vendido más de 740 libros; recientemente, imprimió su segunda obra, que empezó a escribir en 2019 y de la que lleva vendidos 108 libros.

“Se han vendido 848 ejemplares de una manera independiente, de casa en casa, de mano en mano, de inbox en inbox, de decirle a la banda: ‘¿Quieres comprar un libro?’, y no darle oportunidad de decir no porque, bueno, esa es la labor de vender”.

Escribir se convirtió en su forma de subsistencia, pero, ahora, también fue una manera de resistencia, sin el romanticismo que pueda tener esa palabra. La autopublicación, mencionó, también mostró que el medio literario es sesgado, que los intelectuales se desenvuelven en un hielo quebradizo que depende del erario.

“Cuando las ferias de libros dejen de recibir dinero público, nos vamos a dar cuenta del enorme boquete que existe, el divorcio que existe entre la intelectualidad y las verdaderas expresiones del pueblo”, sentenció.