Vecinos y comerciantes de Ciudad de México hacen frente a un masivo corte de agua con muchas caras

0
150

El País.

Ciudad de México. Vecinos y comerciantes de Ciudad de México hacen frente a un masivo corte de agua con muchas caras La lenta agonía de una ciudad que se muere de sed
Todas las alcaldías y municipios afectados por el corte de agua en Ciudad de México

Cuando la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) anunció hace un mes el parón de 72 horas, provocado por unos trabajos de reparación, los habitantes de Ciudad de México empezaron a planear. Cada uno, según sus medios. “Fue la psicosis”, dice Mónica González, mientras pasea a su perrito en el Parque Lincoln de Polanco. “Todo el mundo andaba alterado, comprando cubetas y garrafones”.

“Yo me voy a Valle de Bravo el fin de semana”, dice Claudia Gurtz, bolso de piel al hombro. “Allí no faltará el agua”, asegura en referencia a este destino predilecto de la élite capitalina, situado al pie de una presa al oeste de la capital. A pesar de tener listos los planes de huida, ella todavía no ha notado el corte. Como es habitual en los edificios de los barrios acomodados, tanto González como Gurtz disponen de una cisterna grande con capacidad para varios miles de litros. Y además han llenado cubetas. Toda precaución es poca en las zonas de la capital que nunca han vivido un corte de esta magnitud.

A unos siete kilómetros de Polanco, Leonor Cabrera no se marcha a ningún lado. Ella vive el parón con normalidad, acostumbrada a incidentes de este tipo. Trabaja en un baño público en la colonia Guerrero y sabe lo importante que es el agua – “lo más bendito que Dios nos ha dado”, dice. Con o sin corte, desde pequeña le enseñaron a ahorrar, a ducharse con una cubeta entre las piernas para aprovecharla, después, en la limpieza del lavabo. Tan interiorizado tiene al ahorro que se indigna cuando ve a gente utilizar litros y litros para lavar sus coches.

La antelación con la que se anunció la interrupción del suministro ha evitado que se produjeran episodios de violencia como los vividos hace un año tras el terremoto, cuando partes de la ciudad se quedaron sin agua de repente. Hasta ahora, solo ha habido pequeños incidentes. A Cabrera, por ejemplo, le sustrajeron uno de los dos tambos que tenía para limpiar los baños públicos y en algunos barrios han intentado robar los enormes depósitos comunitarios que se instalaron antes del corte.

Aparte de alborotar, en mayor o menor medida, la vida de los vecinos de la capital, el parón también ha tenido un impacto económico significativo. La Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño de la capital (Canacope) ha calculado que 135.000 comercios han cerrado hasta el lunes, con pérdidas por ventas no realizadas de alrededor de 10 millones de dólares, si bien el corte coincide con el puente de Día de Muertos durante el que muchas tiendas cierran. Los más vulnerables han sido los minoristas que necesitan agua para trabajar, desde restaurantes a gimnasios y lavanderías.

Vecinos de Ciudad de México llenan cubos en uno de los puntos de suministro.
Vecinos de Ciudad de México llenan cubos en uno de los puntos de suministro. G.S
Martín Villegas, dueño de un restaurante de pambazos en la colonia Guerrero, es uno de ellos. Ha calculado que perderá unos 500 dólares. Sin agua no puede lavar las verduras ni los trastos y el baño se pone hecho una porquería, por lo que cerrar es inevitable. Contratar un camión cisterna privado para suministrarle durante estos tres días no está sobre la mesa. “Son demasiado caros y con el corte los precios han subido”. De costar alrededor de 60 dólares antes del parón, el precio de 10.000 litros ofrecido por los servicios de suministro privado se ha disparado hasta superar los 100 dólares. Estas empresas son las grandes beneficiadas del corte.

La subida de precios no ha afectado a todos por igual. Cuanto menos se compra, más caro sale el litro, por lo que los pequeños comercios (con menos capacidad de almacenamiento y poder de mercado) han salido perdiendo frente a las grandes superficies. Por ejemplo, el Lomas Plaza, un lujoso centro comercial de 60.000 metros cuadrados cerca de Polanco, ha pagado 50 dólares por cada uno de los camiones cisterna que ha contratado para los días del parón. Es la mitad de lo que podría abonar por la misma cantidad de agua un restaurante de diez mesas.

Otros lugares habituales de la élite ni siquiera se han tenido que molestar en contratar agua a externos. Plaza Carso, un enorme complejo comercial y de oficinas construido por el billonario mexicano Carlos Slim, tiene la concesión de un pozo natural que abastece de agua al conjunto. Es uno de los más de 2.000 títulos de extracción en la zona metropolitana de Ciudad de México que CONAGUA ha otorgado a particulares y empresas por periodos que van de los 5 a los 30 años prorrogables. Con escaso control y poco detalles sobre los precio de las concesiones, los pozos privados también han hecho negocio durante los días del corte.

Pero la temporada de vacas gordas se acaba pronto. CONAGUA ha anunciado que este sábado se volverá a bombear agua hacia la ciudad, aunque el suministro aún puede tardar varios días en restablecerse. Con la vuelta a la normalidad, regresarán los emigrados de Valle de Bravo a su suministro ininterrumpido y los jacuzzis recuperarán su antigua función. Para los habitantes de colonias como Guerrero o Iztapalapa, en cambio, la normalidad no supondrá tan gran diferencia, al sufrir de cortes frecuentes durante todo el año; las cubetas, siempre a mano en caso de que del grifo no salga agua.

EL OSCURO NEGOCIO DE LAS ‘PIPAS’ Y POZOS PRIVADOS

“Tú confía en mí; es de calidad”, asegura la encargada de una empresa de suministro de agua, aunque se niega a revelar la procedencia del líquido. La escasez de información rodea a este negocio millonario, cuya temporada alta coincide con los cortes. El abanico de oferta es amplio. Algunas empresas se abastecen en pozos privados, que pueden ser legales o clandestinos, otras lo hacen en manantiales o balsas; algunas ofrecen certificados de calidad emitidos por laboratorios, y otras reconocen no tener esa documentación. Su coste se ha disparado en los últimos cinco años. En 2013, una pipa de 10.000 litros costaba unos 10 dólares y hoy no baja de los 60.

Detrás de este incremento, hay varios factores: la subida del precio de la gasolina y del salario de los conductores, además de la búsqueda de mayores márgenes de beneficio ante el aumento de la demanda por la crisis del agua que vive la ciudad. También influye el aumento de los precios que los pozos privados cargan a las empresas. Según un estudio del Colegio de Postgraduados, son los poceros quienes sacan el mayor beneficio en esta cadena de suministro, gracias al menor peso de sus costes variables. El control de CONAGUA sobre estos pozos es “muy débil”, según la investigadora Lorena Torres. Lo más difícil es controlar los innumerables pozos clandestinos. “Las autoridades no tienen la capacidad de verificar casa por casa si el pozo está en uso, si está siendo utilizado para uso doméstico o comercial”, asegura. CONAGUA fue contactada varias veces por este periódico, sin obtener respuesta.