CENTINELA: En vísperas de la Semana Santa…

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Rafael García Zavaleta.

A nuestros hijos no les damos un dulce, unos regalos cada navidad, mucho menos les damos alimentos de vez en cuando; como jefes de familia, madre o padre, procuramos darle diariamente alimentos y de ser posible, tres veces al día. Así debería hacerlo el gobierno, preocuparse porque el salario le alcanzara a cada uno de los habitantes para alimentarse y alimentar a los suyos, tres veces al día, alcanzarle el recurso para obtener vestido de calidad y escuela de calidad, además de una casa digna, pero no, el gobierno no se preocupa porque los hijos de la patria tengan al menos eso como mínimo, se ocupa en modificar las leyes laborales para desvirtuar el espíritu de la ley constitucional en su artículo 123, interesa más quedar bien con quienes exigen la reforma laboral hasta dejar indefensos a los trabajadores de esta todavía gran nación.

La mayoría de mexicanos fuimos educados con la religión católica, sin embargo, con el paso del tiempo, la invasión del consumismo, nos ha llevado a considerar que estas vacaciones de Semana Santa son para ir a la playa a desestresarnos de qué, como si mucho trabajáramos. Los que verdaderamente trabajan, a esos infelices no les alcanza con lo que ganan por lo menos para comer, mucho menos tendrán dinero para ir a vacacionar. En lugar de aplicar estos días en la reflexión y la verdadera recuperación espiritual que tanta falta hace a toda la población de este país, más ahora que está cerca la fecha crucial para el destino de la nación, lo dedican a embriagarse principalmente en las playas de México.

Hemos escuchado que han vendido gran parte del país, que la venta viene desde hace varios años, pero nadie se preocupa por indagar qué hay en realidad, porque desde la época de Miguel de la Madrid, hay un plan para acabar con los bienes de la nación y ponerla en manos extranjeras y de los dueños del capital, con el consentimiento y contubernio de quienes han llegado al gobierno, formados principalmente en escuelas norteamericanas o con fuertes vínculos con intereses extranjeros, excepción de éste último, a quien han agarrado de títere y tontito, tontito, se ha hecho de bienes de fortuna, aprovechando la legislación constitucional que no permite juzgarlo por delitos comunes, solo por traición a la patria.

Nos dice López Obrador en su última obra, 2018 La salida. Decadencia y renacimiento de México. Que: “…la política económica elitista conocida como “consenso de Washington”, empezó a impulsarse desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) y se profundizó durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). En esos tiempos se hizo un primer ajuste al marco jurídico para legalizar el pillaje, encubierto por el eufemismo de la “desincorporación de entidades paraestatales no estratégicas ni prioritarias para el desarrollo nacional”.

Es de tal forma el pillaje ajustado en un marco jurídico a modo pero las consecuencias son: “…en estos aciagos tiempos del neoliberalismo, los gobernantes se han dedicado, como en el porfiriato, a concesionar el territorio y a transferir empresas y bienes públicos, e incluso funciones del Estado, a particulares nacionales y extranjeros. No solo se trata, como antes, de actos delictivos individuales o de una red de complicidades para hacer negocios al amparo del poder público, ahora la corrupción se ha convertido en la principal función del poder político”. Por lo que es válida su afirmación de que hoy “…el Estado ha sido convertido en un mero comité al servicio de una minoría rapaz…”.

Así han continuado sexenio tras sexenio, decíamos que desde Miguel de la Madrid, ultimamente los gobiernos panistas, por lo que es válido afirmar que PRI y PAN son lo mismo y el ciudadano debe tener cuidado de no volver a votar por ellos, porque con Felipe de Jesús Calderón Hinojoza, se concreta la parte más perjudicial para el futuro de esta nación, precisamente con su plan “México 2030, Proyecto de Gran Visión”, que no es otra cosa que el plan del gobierno federal para privatizar los sectores estratégicos y entregar a manos privadas nacionales y extranjeras, los bienes de la nación.
En el diseño de estos planes, han intervenido altos ejecutivos de trasnacionales, empresarios afines al gobierno, políticos del PRI y del PAN y académicos alineados al enfoque neoliberal y de despojo, que son los objetivos del plan transexenal: abolir la propiedad pública y legalizar el despojo, en la que se pone en venta el país, se programa un acotamiento del crimen organizado, pero no su exterminio; la venta estratégica de los bienes y concesión de áreas estratégicas a las transnacionales; el desmantelamiento de la seguridad social y la extinción de los derechos laborales, atentando contra los derechos humanos laborales; la venta total de las reservas de la biósfera; el plan de que “mexicoamericanos” gobiernen nuestro país y finalmente la ocupación integral de México.

Eso es lo que han hecho en el gobierno de Peña Nieto, continuar con la entrega de la Nación a manos privadas y extranjeras, con la venta de Pemex, de la Energía Eléctrica, en cualquiera de sus formas, desde la hidroeléctrica, la eólica y la energía solar, las minas y muchos bienes más en plena privatización.
Ese es el futuro que nos espera si no reaccionamos, nada nuestro, si no le ponemos un hasta aquí a quienes por décadas han hecho y deshecho del país, de sus bienes, de los recursos públicos y del futuro de México.

Como lo he dicho al inicio de este artículo, reflexionemos, en esta ocasión, sobre la piedad, no caigamos en la piedad peligrosa que es la que produce la impaciencia del corazón, por no querer ver al desvalido sufriendo, dándole momentáneamente un paliativo, no, tomemos conciencia y actuemos para dar lo que perdure, como quien no da un pescado, sino enseña a pescar, no nos quedemos en la piedad de la impaciencia del corazón como decía Estefan Sweig, solo por no padecer el dolor del hambriento, del desvalido, sino de esa verdadera piedad, demos lo que perdure, que es lo que debe hacer el Estado, dejar de tenerle piedad aparente al que menos tiene, con esos programas sociales, que no han servido más que para el tema electorero, para la sobrevivencia del actual estado de cosas y del actual gobierno corrupto y corruptor. Necesitamos de la piedad que perdure; esa se empieza con la educación y enseñando a pescar al hambriento, no dándole un mendrugo de pan solo para paliar su hambre de forma inmediata. Reaccionemos, que hay un México que nos dijeron que era nuestro y que se nos va de las manos. Nos lo roban.