Volver a la onda

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Rodrigo Islas Brito/RIOaxaca.

Oaxaca de Juárez. Dos tipos peligrosos (EUA, 2016) son dos tipos muy cagados. Ryan Gosling y Russell Crowe ponen los trancazos, los balazos y las risas al servicio de una anécdota de ritmo rocambolesco y desperdigado, en esta nueva entrega detectivesca retro del guionista de Depredador y Arma mortal.

Shane Black le vuelve a entrar a la vena del gag visual y el balazo fácil de Kiss Kiss Bang Bang (2005) con menos solvencia y una historia no tan redonda como aquel regreso estelar de Robert Downey Jr.

Crowe (sucio y renuente a pensar bonito) es un matón cobrador fractura pulgares  que por azares del destino termina haciendo equipo con detective barato padre soltero de grito fácil, Gosling (cómico y verdaderamente divertido) en la búsqueda de millonarias rebeldonas, actrices porno  con corazón de oro, madres carroñeras de crueldad omnipresente, asesinos despiadados de la música disco y caídas libres kilométricas de sobre albercas muy grooves.

Black le mete al cine negro un cálculo de ingenio, sentimentalismo, cinismo y diálogos agiles, entregando una cinta divertida, trivial, salvaje y hasta auto paródica.  Mezcla de El Halcón maltes, mezcla de Los tres chiflados, mezcla de Booggie Nights.

Estos Nice Guys no fronterizan diversión alguna, llenado la pantalla de múltiples referencias cinematográficas en un LA setentero en el que múltiples conspiraciones criminales bifurcan en una especie de concierto de rock de punch desaliñado pero muy gozoso, en la que los malos son muy guapos, las diabólicas son muy modosas y los rudos son muy chistosos.

La violencia estilizada de Black deviene en juegos de placer de tonterías explosivas, al que a veces el aceite de su fluidez se le engrosa en espasmos de confusión. Sin embargo el brío del director de  la penosa Iron Man 3 da para superar estos escollos y embonar la confusión en un rompecabezas de personajes oscuros con motivaciones de crueldad y oro sólido.

Especie de Harry el sucio conoce a Cheech y Chong, especie de Patrulla motorizada conoce a Manolin y Schillinsky, especie de buddy movie conoce al Inspector Ardilla. Nice Guys es la mejor constatación de la fuerza de ese cine que siempre ha de andar crudeando, del cine que mejor se mantiene borracho a conocer el infarto, del cine que se asume mariguano y prefiere el rock and rollo a una buena trova.

Estos dos buenos tipos son la onda, y su onda es la pura buena.