Con muy poco que celebrar, albañiles mexicanos en la Santa Cruz

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Por Rodrigo Islas Brito

Hoy puede ser el día de la Santa Cruz en México y los albañiles de este país pueden estar celebrando con toda la actitud, pero es difícil que este animo celebratorio se traduzca a las actuales condiciones laborales de los trabajadores de la construcción, que prácticamente ya no conocen de salarios fijos, donde no faltan los intermediarios de obra que cobran a las constructoras y se quedan con la mitad de sueldo de los albañiles sin mover un dedo, y en donde aun cuando puedan quedarse madrugadas enteras a tratar de concluir en tiempo una obra, el concepto de horas extras brilla ya por su ausencia.

“A todos los albañiles, a los trabajadores de la construcción, a los constructivistas, a los deconstructivistas, a los materialistas, a los materialistas dialécticos, a los media cuchara, a los chalanes, a los peones, a los que construyen a ras de tierra, a todos los hombres y mujeres que construyen en medio de una línea no escrita, este mezcal va por ustedes”.

Se puede leer en uno de los tantos estados de Facebook celebratorios con este tres de mayo, pautado para enaltecer la labor de profesionales de la construcción que han estado inmiscuidos en cada una de las edificaciones por las que cada ser humano ha dirigido sus pasos: escuelas, viviendas de interés social, súper mercados, centrales camioneras, y un enorme etcétera.

No obstante en un reciente sondeo levantado entre albañiles y trabajadores de la construcción anónimos publicado por el portal de noticias Sin Embargo en su canal de you tube, la realidad mexicana dista mucho de ser verdaderamente reconocedora de la importancia de esta vital labor.

“Mi salario es ya por honorarios, porque el salario fijo se acabó” resume así un profesional de la cuchara consultado, mientras que un colega suyo apunta a que en su caso su labor de sol a sol “a veces” le es sufragada “por salario fijo y otras veces por proyecto”.

“En la obra a veces estas bien, a veces más o menos. Mal, mal tampoco”, considera el albañil consultado, mientras que a la hora de hablar de las prestaciones que pueden registrarse en sus bolsillos y su seguridad para llevar a cabo su trabajo, aclara que “cuando ha habido accidentes en la obra, abajo hay paramédicos”.

“Ya llevó años en la empresa y se acaba la obra en la que estamos y nos quitan el seguro automáticamente, y cuando uno quiere ir, pues ya no tiene Seguro Social. La empresa me tuvo que pagar un médico particular”.

Informa un trabajador de la construcción de no más de 28 años, mientras que su colega, que notoriamente ya pasa de los 35 comenta sobre las condiciones de seguridad que le da la constructora para las que trabaja.

“Últimamente se ha reformado un poco y para entrar a una obra hay un poco más de seguridad. Con un súper contrato, pero con unas súper clausulas. Hay prestaciones, no todas, pero si algunas”.

Dice el entrevistado entre sonrisas irónicas que hacen pensar que con ese “súper contrato” y esas “súper clausulas” se refiera tal vez a tácticas legales poco claras y términos legales algo o muy leoninos.

Del horario de trabajo los albañiles consultados coinciden en que este se desarrolla de las nueve de la mañana a seis de la tarde. Pero subrayan que cuando se vienen las etapas de entrega, se quedan a laborar hasta las ocho o diez, o en ocasiones toda la noche, sábados y domingos incluidos.

“En mi empresa no hay horas extras” dice el joven albañil de no más de 28, mientras que el más veterano que ya pasa de los 35 resume de manera más filosófica:

“A veces te pagan con tiempo, te dicen háganme el paro, vengan hoy pero no vengan mañana, agárrense la tarde. Es opcional”.

“También hay empresas que te dicen si no te quedas, mejor ya no vengas. Y todavía falta ver a cómo te quieren pagar la hora” apunta el chavo de 28.

¿Su salario les alcanza para vivir bien?, se les pregunta a los hoy ovacionados.

“Apenas saliendo, nos conviene más cuando tenemos tiempo extra, porque es solamente cuando compensamos, con el salario normal luego no la libramos”.

Resume un albañil bigotón con colita en el cabello tipo Temerarios, quien luce con la mirada de quien ha subido muchas veces el mismo tipo de cuesta.

“Todo está subiendo. Si nos pusiéramos de acuerdo, podríamos lograr que nos subieran el sueldo, pero luego lo haces, hablas con los compañeros y al final hasta te corren”.

Comenta el albañil de 28, quien en su gesto rebela autentica inconformidad y una proclividad a no quedarse callado en un medio donde pareciera que el silencio es la clave para llegar a fin de obra.

“Trabajos temporales se están buscando siempre, y trabajos extras más. Aunque te desgastes más también así te alivianas” dice el joven albañil, mientras su compañero más correoso y veterano, que parece pasar de los 35 se la lleva con una filosofía más teórica. Una de esas filosofías que llevan a un relativismo que te conduce a librar más de una.

“Por la sobrepoblación los salarios se reparten lo más que se pueden, pero eso sí. No faltan los gandallas que cobran tres mil por ti y te dan mil doscientos, y luego te quieren convencer que tu trabajo valió tanto”.

Por lo pronto hoy, cruces de madera adornadas con flores y papel de china de colores se podrán observar en lo alto de las obras en construcción, previamente bendecidas en alguna iglesia. Con festejos que incluirán comidas, borracheras y mucha bebida en las obras, generalmente pagadas bajo cuenta del magnánimo propietario o contratista.

Por lo pronto con un salario que según estimaciones periodísticas oscila entre los 100,150 y 200 pesos, con un apoyo cada vez más escaso y cada vez más maniatado de los sindicatos y las centrales obreras, con un panorama en el que un albañil puede llegar a ganar hasta cuatro mil pesos en su trabajo múltiple hasta por tres diferentes obras en construcción, pero cuyo encanto se acaba en el momento en el que las obras se terminan y el albañil tiene que buscar maneras de autoemplearse o buscar trabajo de casa en casa o de constructora en constructora para poder tener con que llegar, él y los suyos, al día de mañana.

Por lo pronto, la obra sigue y la cuesta con bultos de cemento a la espalda, puede llegar a empinarse cada vez más.