DETRÁS DE LA NOTICIA: Contrapoder, esencia y pasión del periodismo

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Por Alfredo Martínez de Aguilar

Recibir ayer de la Secretaría de Educación Pública el Título y Cédula Profesional de Licenciado en Periodismo nos da oportunidad de compartir una serie de reflexiones sobre este noble oficio.

Tengo para mi que personal y vocacionalmente el periodismo es pasión y vida, preñado de espíritu de aventura, mientras que profesionalmente es el único contrapoder en el mundo.

Y lo es frente a los tres poderes constitucionales porque ante la falta de división real de éstos, es el único contrapeso legal, ético y moral, para denunciar y frenar todo tipo de abusos del poder.

Aun cuando cada día de la vida en general es diferente al anterior y al que está por venir, el periodismo es una de las actividades en las que mayormente no hay oportunidad de aburrirse.

Tampoco hay oportunidad de dejar de indignarse ante las injusticias y arbitrariedades de los poderosos económica, políticamente, social y religiosamente, así como de los poderes fácticos.

La ingeniería constitucional de México, fue construida para garantizar la impunidad, porque quien hace la Ley hace la trampa, los gobernantes, políticos y funcionarios, no temen a la Ley.

Asimismo, no temen a su conciencia porque la soberbia del poder y, sobre todo, del dinero mal habido que obtienen, les enloquece, y les lleva a sentirse semidioses y no simples mortales.

En ese sentido, a lo único que los gobernantes, políticos y servidores públicos temen es a la denuncia en los medios de comunicación, porque exhibe públicamente sus miserias humanas.

Además, la denuncia de sus amplias redes de complicidad fincadas en la corrupción les angustia hasta enloquecer porque pone en grave riesgo sus negocios ilícitos y su riqueza mal habida.

Hay una sanción mayor de tipo moral al desnudar sus raterías y arbitrariedades, sobre todo ante sus hijos, a quienes sus compañeros y amigos echan en cara que sus padres sean ratas.

Por más malditos corruptos que sean los malos gobernantes, malos políticos y malos funcionarios públicos, no son tan estúpidos para no indignarse ante los reclamos a sus hijos.

Ésta es la verdadera trascendencia de la libertad de expresión, de la libertad de prensa y del derecho a la información a plenitud, en el ejercicio del periodismo con responsabilidad.

Ello requiere, desde luego de hambre de eternidad en busca de la trascendencia, a través de meterle el pie a la historia y, obviamente, de estar dispuesto a correr todos los riesgos posibles,

No se trata, de ninguna manera, de ser suicida, jugarle al héroe, pretender ser mártir del periodismo; menos ser guerrillero del periodismo militante y planfletario o enemigo del Estado.

Pero sí se trata de ser crítico e incisivo, agresivo, anunciar la Buena Nueva y denunciar permanentemente los abusos y corrupción de los poderosos de iure y de facto por supervivencia.

Claro, que tomar la decisión de ejercer el periodismo sin tapujos privilegiando ante todo la verdad, requiere como condición indispensable un compromiso social y con la historia.

Estar dispuesto a correr todos los riesgos, incluso, sufrir un atentado o perder la vida, no es, desde luego, una decisión fácil, requiere primeramente vocación y convicción para hacerlo.

Hay, sin embargo, Códigos de Honor que jamás debemos olvidar los periodistas y los comunicadores en general: El único seguro de vida, eficaz y eficiente, es no mentir.

Si bien es cierto que la verdad no peca, pero incomoda, no es menos cierto que la luz de la verdad derruye la oscuridad. Al final de cuentas, la verdad nos hace verdaderamente libres.

Mentir es equiparable por las bandas del crimen organizado y los cárteles del narcotráfico a traicionar. Y la mafia no perdona las traiciones. Más tarde o más temprano cobra las facturas.

No hay que perder de vista, por supuesto, que la delincuencia organizada mata por no pagar la droga que se consume, por robar ésta o por quedarse con las ganancias del lavado de dinero.

Ante el delegado de la SEP en Oaxaca, Porfirio Soriano Morales, subrayamos que la luz del conocimiento, a través de las letras, permite a los seres humanos conocer y disfrutar la libertad.

De ahí que el mayor deber de los auténticos revolucionarios, honestos y congruentes, es educar y enseñar a producir al pueblo para que sea verdaderamente libre de pensamiento y acción.

De poco o nada sirve en el mejor de los casos contar con escuelas y maestros, si los alumnos tienen el estómago vacío. Con hambre no se pueden aprehender los conocimientos científicos.

Hay que hacer, además, una clara división sustancial entre educación e instrucción. La primera es una acción integral con principios y valores universales, y se mama en el hogar materno.

La segunda, es la transmisión de conocimientos científicos en las aulas y fuera de éstas. Las

dos forman un binomio indisoluble que garantiza el desarrollo material y el progreso espiritual.

La ocasión fue propicia para dar a conocer la creación de la Universidad Intercultural Dani Baá como presidente del Patronato de la misma, para rescatar el prestigio educativo de Oaxaca.

La Gran Señora del Sur mantuvo hasta los 60 un claro reconocimiento internacional en materia educativa y cultural, gracias al destacado renombre del Instituto de Ciencias y Artes del Estado.

Lamentable y dolorosamente, la gloriosa Universidad Autónoma Benito Juárez, nuestra Alma Máter, ha sido entregada por el rector Eduardo Martínez Helmes y su padre al narcomenudismo.

De poco o nada sirven las permanentes denuncias un día sí y otro, también, de las nefastas consecuencias de la entronización de la corrupción de la mafia familiar que gobierna la UABJO.

Peor destino tuvo la educación básica, a partir de la década de los 80 al entregar el gobierno de Heladio Ramírez López el poder y el dinero del IEEPO a la Sección XXII de la CNTE-EPR.

Hoy, afortunadamente, se ve la luz al final del túnel con la recuperación de la rectoría educativa por decisión del presidente Enrique Peña Nieto y apoyada por el gobernador Gabino Cué.