El irrepetible toque de Lalo Tex

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Por Rodrigo Islas Brito

La muerte de Lalo Tex es un asunto que tardará en superarse. Su casa en la colonia Nueva Atazacoalco , en la delegación Gustavo A. Madero, se llenó de fans, seguidores y los pesares de otros músicos que durante su velorio y funeral llenaron su calle hasta el punto en que el que esta tuvo que ser cerrada a la circulación

Everardo Mujica Sánchez , el Muñeco, como primera voz y guitarra, inició Tex Tex con su hermano Jesús Mujica Sánchez ,”Chucho Tex” en el bajo y la voz, en 1985, con un estilo de rock urbano divertido, que podía no llegar a tomarse a si mismo demasiado en serio, pero que respetaba y ejecutaba a la perfección su mezcla de rythm & blues, corridos y ritmos latinos, que a la postre fue bautizado como rock ejidal.

“¿Como rockandroleros?, nos decían ahí por donde vivíamos, si se ven renacos. Más bien parecen mariachis, es más mejor deberían tocar cumbias. Y nosotros respondíamos, no carnal, somos rockstars”.

“Pero ya cuando estábamos triunfando nos decían, que onda Lalito no habrá manera de conseguir unos boletos. Y yo les decía, nel carnal, te ves renaco”

Recordaba Lalo Tex en un Unppluged subido a you tube en marzo del 2015, llevado a cabo en una pequeña casa de concreto que hacían perfecto eco con el brío sin pretensiones y de frontalidad etérea de la banda, potenciado por un sonido que podía subir hasta la estratofera del entendimiento y la memoria.

Estos guerreros de San Juan Ixteco, Tlaxcala, aunque muchos los ubicaban erróneamente como nativos de Texcoco, hablaron en sus canciones sobre de todo aquello que un simple mortal imbuido en una urbanidad que lo está pateando todo el tiempo, podía hablar y pensar.

De los vengadores anónimos sin gloria en micros urbanos indiferentes, de las cunas de hombres valientes, trabajadores y harto desperdigados, de las tribus con la costumbre y tradición de amar todo lo que Dios les dio, de los hombres de arena y sal que no están para que no los vean.

De la matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, sobre la que Lalo Tex señalaba que llegó solo a comprender hasta que leyó la Noche de Tlatelolco, de Elena Poniatowska, pues cuando era niño de lo único que se acordaba era de las voces que gritaban que los estudiantes iban a llegar a las casa a llevarse a los chavitos.

De la psicosis policial y militar que barrió con lo que acabó por su cabellera larga y su forma de pensar, de su disco estelar grabado en Londres, Inglaterra , donde al Muñeco le dijeron unas güeras que se estaba más guapo que el mismísimo Luis Miguel.

De las extranjeras que se derretían preguntándose que se sentiría tener un mexicano, de los casos perdidos que desembocan en muchas muchas ganas de llorar, del que voy a hacer si ella se fue.

Del yo le quise dar mi vida, pero estaba decidida y se largó, del rock and roll que más que una forma de hacer dinero es una forma de expresión, del aunque los demás estén bien , nosotros siempre estamos mal.

“No podemos permitir que el rock and roll se convierta en cualquier modita” exclamaba el Muñeco, “el rock no es reggaetón ni pasito duranguense. Es la forma de decir todo lo que no nos parece”.

Nosotros no somos asesinos del rock es la rola Tex Tex que señala a esos rockeros dizque que en el fondo se fusilan a Luis Miguel, que no escriben sus propias canciones y ahora solo cantan baladas para viejos chillones.

Lalo Tex era el setenta por ciento de este grupo juglar que hablaba y cantaba al Toque mágico, del como este era consecuencia de subirse a un autobús repleto de almas mudas y ocupadas, con padres y madres en la casa con ganas de pelear.

Del gritar con harto huevos un no estoy de buen humor , de las calles vacías llenas de gente en las que nunca hay con quien hablar, del ahora que ya no vives conmigo ya no quiero mi libertad , del te llevaste hasta los cables y la luz eléctrica

De ese algo que en mi vida quizás me hará cambiar

“Quien no ha visto tocar a Tex Tex es porque no le gusta el rock and roll o porque en su casa lo tienen bien amarrado”.

Diría Lalo Tex hace casi un año, con ese concierto de Chimalhuacan todavía lejano en el horizonte, que sería lo último que haría, muriendo horas después a los 56 años cuasi fulminado por un infarto.

El rock mexicano ya nunca será el mismo sin él, hoy perdido y extraviado en vacuas y antiquísimas luchas de ego en las que ya no sabe como divertirse. El Muñeco sabia como hacerlo, y todos esperamos que no se haya llevado ese secreto con él .