Qué bueno que corrieron a George Lucas

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Por Rodrigo Islas Brito

He perdido la cuenta de que número de episodio de Star Wars es El despertar de la fuerza. Siete, nueve, ocho doce. ¿Cómo saberlo después de las tres horribles, aburridas y vergonzantes precuelas que de su franquicia George Lucas hiciera hace unos años?

Pero el negocio, negocio es, y Hollywood no se iba a quedar de brazos cruzados mientras el autor de la saga cinematográfica económicamente más rentable de todos los tiempos, cuyas ramificaciones han vuelto un eterno blockbuster a la actual cartelera y el sólo mover y explotar cosas como único concepto de rentabilidad comercial, diera al traste con el legado del lado oscuro de la fuerza.

Así que sin más, le compró a Lucas su franquicia para después correrlo y confió en el spielberiano JJ Abrams para resucitarla con toda la inventiva que la volvió en 1977 el fenómeno de masas que tal vez nunca dejara de ser.

El responsable de Lost y de las dos primeras partes de otra saga galáctica llamada Star Trek acude a la magia y los conceptos temáticos de la trilogía original compuesta por La Guerra de las Galaxias- El imperio contraataca- El regreso del Jedi.

Tales como la juventud huérfana e inexperta, el villanazo telepata con negrísimo casco nazi, la heroicidad como sello de alcanzar madurez, las batallas espaciales de aviones de asalto al ritmo frenético y “bayonetero” de un Pearl Harbor temático, el tan mentado y traído lado oscuro como símbolo y paradoja de lo que no se debe hacer, los robots enanos simpaticones que hablan en un idioma de transistores al que por alguna extraña y chaquetera razón todo el mundo entiende, las estrellas de la muerte como fortaleza inexpugnable y objetivo primordial de una Resistencia poblada por combatientes de todos los idiomas y todas las posibles formas.

Domhnall Gleeson sustituyendo al maléfico y vampírico Peter Cushing en el papel de general fascistoide con labia hitleriana, Adam Driver sustituyendo al paternal y mochamanos Darth Vader (y a la voz grave salida de una tosferina del increíble James Earl Jones) con look de atribulado príncipe valiente en el infierno, Maz Kanata (con la voz y el touch scream de Lupita Nyongo) sustituyendo a Joda en su estatura de báculo de sabiduría ancestral de ser pequeño y con piel escamosa que lo ha visto todo.

Han Solo sustituyendo a Han Solo con un Harrison Ford que ya no puede correr pero que sigue siendo un buenazo para eso de concentrar el poder de una cámara en su dedo flamígero apuntando, Carrie Fisher sustituyendo a Carrie Fisher, quien para demostrar eso de que los héroes y las heroínas ya están muy fatigados , concentra en su rostro de Princesa Leia traqueteada por la decepción el mayor de los efectos especiales de la película aplicado al croma de su rostro híper cirujeado, el anciano Halcón Milenario sustituyendo al trigarante Halcón Milenario intacto en su capacidad guerrera aun cuando ya huela a chatarra productora de gases tóxicos, Chewbacca sustituyendo a Chewbacca, traga años como siempre con ese look Loreal a toda prueba , pero ya lo suficientemente cansadon como para que le toque una enfermera coquetona de la tercera edad y su intérprete de siete filmes, Peter Mayhew, realmente sea doblado la mayor parte del metraje, dado que en la vida real se la vive en una silla de ruedas.

A estos aires ya traqueteados del 37 años después se suman los aires nuevos de Daisy Ridley y John Bogeya, a quienes les cuesta buena parte de la cinta terminar de sentirse a gusto. Bogeya con su papel de soldado imperial desertor sobreactúa hasta que se da cuenta de que no es Han Solo, y Ridley, en su rol de plebeya carroñera objetivo primordial de la Fuerza, empieza finalmente a actuar sólo hasta que se da cuenta de que la película se está acabando.

Al final, en esta cumplidora resurrección del billete verde de una galaxia muy muy lejana, hay un único spoiler por rescatar, aun cuando falten dos , tres, seis, ocho películas por venir en la franquicia. Al final, los buenos ganan.