2006 no debe repetirse, aun ante un gobierno federal fracasado: Fabrizio Mejía Madrid

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“Yo espero que el 2006 oaxaqueño no se repita nunca. Tendríamos que estar evaluando que fue lo que realmente paso aquel año tanto en Oaxaca como en el Distrito Federal. Hoy hay un problema de falta de reflexión. Un activismo por el activismo mismo”.

Cronista, escritor, periodista, columnista del periódico La Jornada durante poco más de quince años, Fabrizio Mejía Madrid encuentra a casi diez años de la explosión del movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) contra el gobierno de Ulises Ruiz Ortiz, experiencias interesantes en el estado, que hablan sobre por dónde se ha encausado positivamente el discurso de aquel movimiento.

Cita el caso de San Bartolome Quialana, “un pueblo que hoy usa celdas solares y aplica una cultura de reciclaje con la basura. Tiene y guardias comunitarias  y confía en la decisión de sus asambleas”.

“Es un buen ejemplo de lo que puede seguir a un movimiento de tal efervescencia y magnitud”.

Mejía Madrid, presente en Oaxaca durante el 2006, recuerda haber escuchado “rollos interminables” en Radio Plantón, que hablaban de una República oaxaqueña socialista, y evidenciaban las diferentes posturas entre el propio movimiento.

“Y esto es normal. Por ley todo movimiento social  tiene un surgimiento, un clímax y un final o decaída”.

Madrid considera que “la represión al movimiento de la APPO, con la entrada de la policía federal preventiva a la ciudad, se explica de la misma manera que la represión sufrida en San Salvador Atenco ese mismo año, en la que un operativo gubernamental dejó al final como resultado un saldo de más de veinte mujeres violadas por cuerpos de seguridad del estado.

“El Estado ve que con el núcleo con el que sabe negociar es la sección 22. Pero comienza a notar que el movimiento empieza a tener una periferia popular y es entonces cuando se convierte en un movimiento peligroso”.

“Porque se empieza a hablar de autonomía, de autogobierno, que es un poco el discurso zapatista de toda la vida. El cual yo resumiría en déjenos en paz, nosotros podemos solos, con nuestros recursos, nuestros presidentes municipales, nuestra propia policía, nuestras asambleas”

“Se empezó a hablar de eso no en San Salvador Atenco, un lugar con cinco mil habitantes, sino en la ciudad de Oaxaca, uno de los destinos turísticos más importantes del país. Por eso vino la represión”.

Sobre el  activista y reportero asesinado ese año en Oaxaca por fuerzas que hasta ahora no han sido evidenciadas, Brad Will, sobre el que Mejía enfocó parte de su crónica del 2006 publicada en el libro Días Contados, titulada Robinson Crusoe en Oaxaca, el escritor decidió concretar de un perfil que hablara realmente sobre quien era este gringo camarógrafo que grabo su propia muerte en una calle bloqueada de Santa Lucía del Camino.

“Fue relativamente fácil en internet buscar a su familia y hablar con quien lo había conocido en sus luchas anteriores”.

“¿Quién era este nuevo Robinson Crusoe de las luchas globales? La APPO fue un movimiento global que  nunca se supo como tal y Will fue el perfecto ejemplo de eso. Un cuate que había estado en manifestaciones en Brasil, en la protestas contra el orden económico mundial en Seattle Un espadachín de mosquetero que venía a luchar por la justicia hasta el final”.

Mejía señala que el romanticismo del personaje de Brad Will, de quien hace unas semanas se cumplieron nueve años de su asesinato, contrasta con las dos partes del conflicto, la APPO y el gobierno ulisista, quienes terminaron adecuando su muerte a las fuerzas de sus propios intereses.

“Nadie se quiso enterar de quien era realmente. El gobierno lo llamó como un claro ejemplo de la infiltración de agentes extranjeros en el movimiento, como siempre lo han hecho todos los gobiernos. Y el núcleo de la 22 lo calificó de mártir y compañero, cuando ni siquiera se habían dado cuenta que andaba por acá”.

En el tema de los movimientos sociales, Mejía señala que no está de acuerdo con los llamados a un paro nacional.

 “Si no cuentas con los sindicatos, que hoy son controlados o están siendo disueltos por el gobierno, no se puede hablar seriamente de un paro nacional, y no hay que hacerlo porque decepciones. Socialmente no tenemos la organización para llamar a uno”.

En cuanto a la crónica periodística, Mejía, alguna vez considerado por Carlos Monsiváis como “el mejor cronista mexicano de menos de cuarenta años”, considera que hoy se hace crónica de buena calidad existiendo un boom de ella en Latinoamérica

“Goza de muy buena salud .La crónica tiene que darle voz a quien no la tiene, visibilizar las cosas de quienes nos son visibles”.

Sobre visibilizar a los invisibles, el autor regresa al tema magisterial oaxaqueño, y específicamente al plantón magisterial del año pasado en el monumento a la Revolución, que hoy se reporta ha quitado de ahí sus últimos vestigios.

Cuenta que unos compañeros y él se dieron a la tarea de no hablar de los maestros como un total. Sino de ver de dónde venía esta maestra en particular ¿cuáles eran sus condiciones?, ¿Cómo estaba la escuela donde trabaja?

“Encontramos cosas como que les habían prometido las mejoras hace ocho años a su escuela, pero seguían dando clases debajo de un árbol. Esto no justificaba todo el plantón, pero si lo explicaba de una manera mucho más razonable”.

“Más allá de las versiones de los medios electrónicos que los llamaban solo como los maestros, como los vándalos. Con generalizaciones que son fanatismos desde la derecha”.

Fabrizio considera que aunque los mas mediáticos sean hoy Guerrero, Michoacán y Oaxaca, hay resistencia de los maestros en 29 estados de la república.

“29 estados de resistencia contra una reforma educativa que era para 32 estados”.

“Las cosas en el país hoy están un poco en el aire, con un gobierno que se ha acabado a los tres años, con una oposición a modo, con reformas que no acabaron de funcionar, que no se aplicaron”.

El entrevistado y también colaborador de Proceso, cita el caso de “una reforma petrolera con tres rondas de ofertas que nadie quiere”.

“El gobierno de Enrique Peña Nieto se ha acabado a los tres años porque no puede hacer ya na
da más, mas que esperar que les funcione lo que creen que ya hicieron, y creo que ya no va a funcionar”.

“El  -Ya chole con tus quejas- de hace una semanas, indica muy bien lo que está pensando el gobierno. En este sexenio el poder lo ha tenido mucho menos la presidencia de la República, y mucho más Televisa y los poderes fácticos y económicos, que son los que realmente controlan el país”.

Comenta que hoy los pactos políticos para la aprobación de las reformas estructurales del gobierno peñanietista están quedando en el aire.

“Pero lo que si están quedando son un montón de movimientos sociales muy bien organizados en las localidades pero ninguna vinculación al exterior, y por otro lado está un organismo como MORENA, que podría articular muy bien las cosas pero que no está dispuesta porque está pensando en las elecciones del 2018”.

De regreso al tema de la crónica, el entrevistado argumenta que hay una crónica que sirve para unos propósitos y otra que sirve para otros.

“Su propósito es poner en juego la realidad dentro de un contexto y un escenario. Como género ha respondido muy bien, ha habido más de cincuenta libros sobre Ayotzinapa y alrededor de seis documentales”.

Frabrizio denota hoy un control del gobierno de Enrique Peña Nieto sobre los medios electrónicos y masivos de comunicación de gran circulación.

“Pero vía blogs y vía páginas electrónicas de información ha logrado surgir otra verdad. Que no es la verdad histórica”.

“Lo que no paso en el 68, donde no nunca pudo surgir esa otra verdad. Hasta 1971 con el libro de Elena Poniatowska, la Noche de Tlatelolco”.

Considera que hoy los portales noticiosos como medios ya pueden ser considerados como  alternativos, pues su información empieza a ser cada vez más conocida y consumida.

Respecto a cómo puede la crónica enfrentar la contradicción que envuelve a casi todo lo que signifique movimiento humano, y si esta se supera, se retrasa o se queda suspendida, Fabrizio Mejía Madrid considera que solo hay dos opciones.

“Huir de la realidad o atascarse de ella. Allen Ginsberg tenía una frase, -para entender a una montaña hay que comérsela a puños-.”

“A la larga cada quien tiene que tomar su lugar en el papel que tiene en su propia vida y en la vida de los demás. Si nada más vale tu propia vida, bueno pues es bienvenido”.

“Pero creo que en un momento como este,  la vida de los demás tiene mucha importancia”.