Baja confianza con nuevo INE; 70% duda que se evite o sancione irregularidades en comicios locales

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Con amplio escepticismo se recibe la creación del Instituto Nacional Electoral (INE), que sustituye al Instituto Federal Electoral (IFE). Aunque se aprueba la medida, pocos creen que vaya a servir para disminuir inequidades e irregularidades electorales. El perfil ciudadano de los órganos directivos de este instituto encargado de las elecciones se ha ido diluyendo ante la opinión pública y gana fuerza la idea de que se trata de un organismo a cargo de funcionarios del gobierno, según se observa en la más reciente encuesta telefónica nacional BGC-Excélsior.

La creación del Instituto Nacional Electoral es ya bastante conocida (64%) y es bien vista, aunque sin registrar los niveles de aprobación que la medida alcanzaba a fines del año 2013. Ahora 52% está de acuerdo, nueve puntos menos que en diciembre pasado; en tanto, 37% se muestra en desacuerdo con la medida.

El Instituto Federal Electoral terminó su existencia como tal en el momento en que recibía la evaluación menos favorable de su historia reciente. Sólo 45% opina positivamente del ya desaparecido IFE, 14 puntos menos que en diciembre de 2007. 34% cuenta con un juicio negativo de él.

La imagen de una institución electoral ciudadanizada se ha ido perdiendo. Mientras en 2007 41% pensaba que el IFE era dirigido por ciudadanos independientes, esta cifra ha retrocedido a 30%, en tanto que ya es tan o más frecuente la alusión a funcionarios de gobierno (36%).

El nombramiento de nuevos consejeros electorales para el INE es un suceso que pasó bastante desapercibido. Apenas 29% dice haberse enterado de su designación.

Con tal desconocimiento, la población supone que los nuevos consejeros tienen la capacidad para organizar correctamente las siguientes elecciones presidenciales en 2018 (50%), pero se duda de su imparcialidad y confiabilidad. En efecto, 56% de los consultados cree que los consejeros buscarán favorecer a algún partido en los procesos electorales, particularmente al Partido Revolucionario Institucional, y 42% estima que no son ciudadanos de fiar en esta materia.

La sustitución del IFE por el INE no revierte el escepticismo imperante en torno a la equidad y limpieza electoral, así como en relación con la aceptación de los resultados de las elecciones por parte de los contendientes.

Una sólida mayoría sigue dudando que los partidos y candidatos admitan más que antes las cifras finales de las elecciones. En especial se duda de que Andrés Manuel López Obrador las acepte. Tampoco se cree mucho que se vaya a lograr una mayor preocupación de los legisladores por los intereses de los ciudadanos comunes (poco/ nada, 80%).

De igual forma, se duda que el INE evite o sancione las irregularidades en las elecciones locales y evite la fuerte intervención de los gobernadores en los comicios que se lleven a cabo en sus estados.

La instauración del Instituto Nacional Electoral es parte de una Reforma Política que divide opiniones una vez que se sabe su contenido principal. De los encuestados, 43% está de acuerdo con ella y 48% la desaprueba.