Lenguas indígenas en resistencia; muestran realidad de los pueblos originarios

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Excelsior. Pese a la implementación del programa Cultura Comunitaria de la Secretaría de Cultura federal, que dirige Alejandra Frausto, así como los 270 semilleros y la recurrente expoventa de textiles y foros sobre lenguas indígenas, poetas y traductores como Hubert Matiúwaà, Martín Tonalmeyotl y Celerina Sánchez muestran a Excélsior la realidad de los pueblos originarios.

Por ejemplo, exponen la pérdida de hablantes, la transformación de su cultura en espectáculo, la estigmatización de lo indígena como algo pobre; la persistente violencia contra sus lenguas y el impulso de una política de la folclorización y uniformidad, en el marco del Día Internacional de la Lengua Materna que se conmemora hoy.

Primero habla el poeta Hubert Matiúwaà: “Este día o festejo tiene más presencia fuera de las comunidades, porque en éstas ni siquiera saben que existe un día dedicado a la lengua materna”.

Y agrega: “Hacen celebraciones en días establecidos y buscan a quienes representen sus pueblos como si a ellos correspondiera sensibilizar a una sociedad que ha sido racista”.

Sin embargo, la lengua, “desde el interior de los pueblos, se vive de otra manera, ya que éstas se mantienen en constante resistencia ante el despojo territorial y la incursión de los grupos delincuenciales que desplazan a las comunidades de sus lugares de origen, donde ellos aprendieron a nombrar el mundo”.

Matiúwaà, hablante de la lengua mè’phàà, también se refiere a la venta de artesanías y la pasarela Original de la SC. “Lo que veo es una política de folclorización y todo eso de incluir a los pueblos en festivales y pasarelas con textiles es para aparentar una inclusión que no sucede así”.

Un ejemplo, expone, se puede apreciar en la montaña de Guerrero, donde las instituciones culturales no llegan. “Yo no he visto a ninguna institución que vaya a estas comunidades y trabaje en el rescate de la memoria y de la lengua.

En 36 años que tengo aquí, y desde antes, todos los programas que se han trabajado desde las instituciones llegan a las zonas urbanas y trabajan unos días, pero no se toman en serio el tema”, afirma.

Así que la cultura de estos pueblos sólo es tomada como un espectáculo. “Se hace una pasarela y se muestran textiles, pero no ven su contenido filosófico, su pensamiento ni la escritura o la lucha de cómo han sido preservados”, señala.

Otro punto sustancial es la violencia y cómo ésta ha desplazado a los hablantes de lenguas. “Por ejemplo, en Chilapa, los niños de 12 a 15 años tienen que aprender a usar rifles para defenderse de la incursión de los grupos delincuenciales”.

Por último, lamenta la intención de homogenizar a los pueblos desde el Estado. “Es un punto importante, porque eso están buscando: homogenizar, es decir, agarrar a los pueblos y meterlos en un costal, sin respetar sus diferencias sustanciales”.

INTERNET SURREALISTA
Para Martín Tonalmeyotl, poeta y traductor de lengua náhuatl, “la celebración de hoy sólo existe en las ciudades con internet y televisión, mientras las comunidades siguen sin enterarse”.

Sin embargo, su mayor preocupación está en la reducción de hablantes de lenguas. “Los niños de hoy, casi en cualquier comunidad, están dejando de hablar su lengua para aprender español, mientras las escuelas bilingües apuestan por un Estado monolingüe.

Además, considera que se necesita cambios en la Constitución para garantizar la formación de estudiantes en lenguas originales.

El traductor también habla sobre la pasarela en la CDMX. “Lo veo como una forma de justificar el dinero que destinan a los pueblos. Pero si los gobiernos fueran mejor pensantes, podrían ocupar ese dinero para otras cosas en las comunidades. Original me gustó, pero se beneficia a unas cuantas personas y las comunidades ni siquiera se enteran de lo que allá está pasando”.

Y abunda: “Esas fiestas se podrían hacer en los pueblos donde se hablan otras lenguas y se defiende el territorio, la cultura y la lengua, pero es difícil que esas personas del Estado lleguen aquí y se atrevan dialogar”.

Finalmente, considera que pensar en el internet como algo importante en estas comunidades “es surrealismo mágico, porque antes que eso se necesitan caminos, luz y médicos que hablen náhuatl”.

ESPACIOS DE LINGÜICIDIO
La poeta Celerina Sánchez (Oaxaca, 1967) recuerda que en los años 80 estaban profundamente devaluadas las lenguas indígenas y asegura que, en gran parte, escuelas e internados de México, se convirtieron en centros de lingüicidio.

En aquella época se obligaba a los niños a que no hablaran su lengua y ante eso se creó, en el imaginario, la idea de que hablar una lengua es malo, que te hace más ignorante y salvaje.”

En su caso, la poeta no estuvo en un internado, “pero (en la escuela) quienes hablábamos lengua éramos objeto de burla, pues íbamos aprendiendo español por inmersión. Además, en este país jamás ha existido una escuela de enseñanza que considere al español como segunda lengua”, lamenta.

Así que la poesía fue para ella un escape. “Yo quería mostrar que mi lengua no era pobre y que tenía la capacidad de crear poesía”, para demostrar que los ñuu savi no eran nivi ndavi o sa’a ndavi (pueblo pobre – lengua pobre), concepto que hasta hoy ha permeado en la comunidad que la poeta habita.