Columna Fogonero: Encrucijada de caminos rotos, gobierno vs magisterio

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Por Rodrigo Islas Brito

La Reforma Educativa parece estar pendiendo de un hilo… y de paso todo el país con ella. El gobierno de Enrique Peña Nieto parece haberse dado cuenta ya de que probablemente no le alcancen los policías federales para imponerla contra todo y contra todos, en tantos estados del país y contra tanta gente.

Para muestra está lo sucedido la semana pasada en Oaxaca, cuando después de todas las bravatas represivas de Aurelio Nuño, secretario de educación pública, quinientos policías federales quedaron encapsulados en medio de un grupo de maestros de la Sección 22, que los rodearon por todos lados, superándolos cinco veces en número.

Impensable hasta hace unas semanas, sobre todo si se toma en cuenta que los policías les habían recetado minutos antes de verse acorralados, un ultimátum de 20 minutos al magisterio para que dejaran de bloquear el crucero que conduce al aeropuerto de Oaxaca, so pena de ser tratados con la brutalidad de un violento desalojo policiaco.

Minutos después, armados hasta los dientes con sus equipos antimotines y con las llantas de uno de sus poderosos camiones bien ponchadas por manos magisteriales, los todos poderosos policías se dieron cuenta de que la cosa no iba a estar tan fácil.

Vale preguntarse qué hubiera pasado al día siguiente, o a las dos o tres horas, si los miles de maestros hubieran finalmente enfrentado a los policías, con su muy marcada superioridad numérica, y no hubieran decidido retirarse de vuelta a su plantón del zócalo.

Vale preguntarse si hoy en la ciudad de Oaxaca no estaríamos ya con el ejército y toda la fuerza de la policía federal encima, envueltos ya en un estado de sitio del tipo pinochetiano, con arrestos y desapariciones forzadas registrándose por centenares.

Y no, no es exagerar la nota. Porque hoy el gobierno federal está en una franca progresión autoritaria para imponer sus reformas, con denuncias al por mayor en los medios internacionales sobre la brutalidad y corrupción que definen ya a sus cuerpos de seguridad, llámese Policía Federal o Ejercito Mexicano, al cual el New York Times califica ya de poseer una “preocupante letalidad”.

Peña Nieto y su secretario de gobernación (y candidato a sucederlo) Miguel Ángel Osorio Chong, saben bien que un baño de sangre magisterial vendría a terminar de sepultar la poca o escasa legitimidad que todavía puede poseer su gobierno internacionalmente.

Dónde sí nombres y hechos como San Fernando, Atyotzinapa, 43, Tlatlaya o las recientes fosas propiedad del gobierno estatal hechas públicas en Morelos, no han significado todavía una censura o rompimiento con México de las grandes economías internacionales y sus transnacionales salvajes, es por los muy marcados y trillonarios intereses económicos que estos tienen puestos en las riquezas naturales a ser explotados en este país, prometidas y en marcha ya gracias a las reformas estructurales del gobierno del esposo de la Gaviota.

Hoy simplemente la apuesta federal es doblarlo todo y a todos en base a grandes y letales dosis de hartazgo, desesperación y cansancio. Para muestra también lo sucedido la semana pasada cuando la dirigencia magisterial de Michoacán anunció que el gobierno federal se había sentado a negociar con ellos, por lo que tranquilizarían el talante de confrontación de sus métodos de lucha.

Esa misma noche, en el noticiero oficialista de Joaquín López Doriga, el muy pronto desempleado conductor, dio la noticia, pero después aclaró que el gobierno de Peña Nieto había enviado un posicionamiento donde aceptaba haberse reunido con los dirigentes magisteriales michoacanos, pero negaba el haber llegado a algún tipo de trato con ellos, o incluso que ellos le hubieran pedido algo.

No es muy complicado darse cuenta de que negociar y luego negar que se negocia es un síndrome palpable de desesperación, y también una declarada táctica de la demora.

¿Pero cuánto tiempo más le puede comprar esto al gobierno de Enrique Peña Nieto?, ¿Cuánto tiempo más sin que su autoritarismo a mordidas con pausa termine por estallarle en plena cara de su espíritu privatizador?

El juego hoy del Gobierno de la Republica es la máxima salinista de ni “los veo, ni los oigo”, de que la gente se canse de salir a la calle a protestar porque simplemente caiga en cuenta de que esto no sirve para nada.

Pero la aritmética del gobierno es tan mediocre, y tan frágil en su cálculo de dictadura militar Latinoamérica de los setentas y ochentas, que no calcula que si corre a mil 739 maestros oaxaqueños, en un país de economía legal quebrada y desatado narcotráfico y crimen organizado, también está corriendo a sus hijos, cónyuges, familiares.

Que si arresta a cuantos maestros pueda y quiera en Chiapas detrás de ellos vendrán más, y no solo maestros, sino también hasta el resucitado EZLN, sobre quienes hace más de veinte años el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari intento en un primer momento calificarlos de enemigos de la patria, pero que tras la presión de la comunidad internacional hasta de amnistía tuvo que hablar en su mensaje a la Nación.

Y si calcula todo esto, el sudor que debe estarle cercando el cogote al gobierno federal debe ser intenso. Por lo pronto, en la más reciente respuesta a los maestros oaxaqueños de que no se sentarían a negociar con ellos hasta que no aceptaran en su totalidad, la que contesto ya fue la mismísima Presidencia de la Republica, no la SEP ni Aurelio Nuño y su imagen de gánster napolitano.

Está claro que la CNTE está ya buscando a Miguel Ángel Osorio Chong en la mesa de negociación, y no al obcecado y de vista corta Nuño, y si se mantienen en lo que están, lo más probable es que lo logren.

Lo que cabe preguntar es después ¿qué viene? Chong se ha destacado por ser un maestro del embuste y del doble, triple y cuádruple discurso, capaz de sostener con toda la seguridad de su investidura que 43 jóvenes ardieron al unísono en un basurero en vertical.

Y que frente a la declarada ineficacia gubernamental, frente a la encerrona en la que los ha metido sus cuatro años de falacias, las organizaciones sociales , las cuales muchas de ellas se sostienen en base a fondos gubernamentales federales y estatales, tienen que empezar a accionar en algo.

Se supo que en la pasada marcha del sábado en Oaxaca, la sección 22, consciente de que ya no tiene los mismos métodos económicos coercitivos y cohesionadores de antes, le pidió a las organizaciones que marcharan con ellos.

La respuesta de muchas de ellas fue de escepticismo, más que justificado si se toma en cuenta el historial de contradictorio y de charrismo sindical de la 22, de su historial de agandalle y sometimiento para con ese ciudadano al que hoy le pide su apoyo, de su a veces franca estupidez que se manifiesta en esa tendencia inevitable de amedrentar y amenazar fotógrafos y reporteros.

Pero también es cierto que las organizaciones, al menos en Oaxaca, se la están pensando para donde moverse, con muchas de ellas beneficiarias directas del hoy abyecto gabinismo, esperan algo agazapadas a ver quién queda finalmente en la gubernatura, para a partir de ahí plantear su propia sobrevivencia económica.

Lo cual en un escenario de propuestas legislativas federales para promulgar estados ciudadanos de excepción, incluyendo la desaparición de garantías individuales, suena a compromiso poco menos que imposible.

Hoy incluso, ante el hartazgo general, por lo menos en Oaxaca, hay voces que antes odiaban los maestros y que hoy los miran como aquellos que todavía se mantienen haciéndole frente a un estado totalizador de todas las pobrezas y miserias posibles.

Y estos, como ya el gobierno no quiere negociar ni repartir más con ellos, ni el erario público, ni las vidas y seguridades de los habitantes de la ciudad de Oaxaca, como lo hizo durante más de veinte años, pues ya no les queda otra que ser realmente eso que en realidad nunca fueron: un verdadero movimiento social.

Hoy nadie parece saber o adivinar realmente lo que viene, ni gobierno ni ciudadanía, y tal vez en eso radique esa cierta sangrante belleza del momento.