El Estado o combate la corrupción, o se acostumbra a una sociedad ingobernable: Iván Montes

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Iván Montes Jiménez cuenta que hay lugares en este país en donde con ochocientos o mil pesos los políticos le hacen sentir a los ciudadanos que les cambiaron la vida, o con una despensa de no más de cien pesos, les inventan la ilusión de que por fin le quitaron algo al corrupto sistema.

“Ellos piensan y dicen: estos políticos son bien rateros, pero por lo menos ya nos llevamos algo. Al final quienes lo estamos transando, somos nosotros.”

Esta frase llevaría a una risa histérica si se tratara de una rutina cómica tipo sitcom, pero las carcajadas no son muchas cuando uno se da cuenta de que se está describiendo al país en el cual todos nos paramos a vivir todos los días.

Montes Jiménez, presidente del Consejo de Ciencia Política y Administración Pública del Estado de Oaxaca, reflexiona entonces sobre la inercia de deshonestidad y desastre de la actual clase política mexicana, patentizada por un presidente de la Republica que acaba de anunciar un nuevo sistema anticorrupción con un escándalo de corrupción y tráfico de influencias a sus espaldas, que terminó explicando y justificando su señora esposa, y al cual el ejecutivo priista parece apostarle a que se olvide por simple acto de osmosis.

“Señor Peña Nieto, comprar casas de contratistas y luego darles millones de dólares en contratos, es corrupción.”, lo resumiría el periodista Jorge Ramos hace unas semanas.

“Este cinismo de la clase política ha estado alimentado por la compra de votos.” Puntualiza el politólogo y recuerda que el político mexicano invierte en despensas y tarjetas de descuento, con previo compromiso de que salgan a votar por él.

“Si los ciudadanos lo consintieron, dieron copia de su credencial y fueron a votar por su nombre, le dieron un cheque en blanco, recibiendo migajas a cambio.”

Para Montes este tipo de trueques le dan al entendimiento del político mexicano la total libertad de hacer y deshacer el presupuesto público.

“El Estado debe ser un mediador y hoy lo tenemos cargado a los intereses del capital privado.”

El analista ve a la corrupción como uno de los mecanismos usados en la política mexicana para cooptar liderazgos, para impedir que la sangre llegué al río y alcanzar consensos.

“Tenemos en México ya un exceso de corrupción, donde la convivencia se ha visto afectada por ella, donde la violencia es producto de ella.”

Iván considera que o el Estado combate la corrupción o se acostumbra a una sociedad ingobernable.

“Una sociedad que no va a obedecer, porque no tiene por qué hacerlo frente a un estado, que crea leyes que no cumple, y simula impartir justicia a partir de ellas.”

“Es un problema de legitimidad , cuando un estado deja de ser legítimo el ciudadano empieza a preguntarse por qué habría que obedecerlo y pagar sus impuestos.”

Montes disecciona que existe un cuestionamiento que va más allá de las instituciones formales de gobierno, pero que las involucra de manera muy directa.

“O ellos resuelven el problema y vuelven a conformar un mito legal y de legitimidad que sea creíble, o esto se va a ir al carajo.”

Montes advierte que no busca ser apocalíptico, pero que el escenario se presta.

“Pago la luz, el agua, la gasolina, en el fondo para que el Estado me garantice que alguien no va a venir a matarme.”

Cuestión que Iván recuerda que antes era lo que igualaba a un hombre de otro, y que hoy está regresando con mucha fuerza.

“El uso legítimo de la violencia que se le adjudica al Estado, hoy no está protegiendo a la población, ni cumple con la ley.”

Sobre la frase “Fue el Estado”, que en septiembre del año pasado empezó a demoler un país que se preguntaba que venía después de la desaparición forzada de 43 jóvenes normalistas a cargo de autoridades coludidas con el crimen organizado, el analista considera.

“Frente a escenas como los 43 de Ayotzinapa, los miles de muertos y desaparecidos que van en casi dos sexenios, las crisis económica que vive el país con un crecimiento casi nulo de su economía, no habría que responsabilizar solamente al Estado, sino a su clase política que no se da cuenta de la embestida.”

Montes plantea que hay una estrategia e interés muy marcado del capital privado y los poderes facticos que dominan a este país por disminuir al Estado, donde el gobierno ha contribuido exponencialmente con su fomento a la corrupción y su incapacidad para conducir a la población

“Un estado débil no le sirve ni al Mercado, ni mucho menos a la sociedad. No necesitamos un estado que reprima, sino un estado que sea legible, que sea legal.

“Muchos dicen solo fue el Estado, entonces ¿dónde queda la responsabilidad del capital privado que contamina? ¿del narcotraficante que llena de drogas las calles? ¿de la empresa que no paga impuestos?”

Montes plantea que los errores del Estado se hacen públicos y que este rio revuelto , es ganancia para los pescadores de los poderes facticos.

“La del país hoy en día es una crisis civilizatoria.” Expone Montes, asegurando que la turbulenta y volátil situación económica actual ha sido consecuencia directa de dejar en manos del Mercado el bienestar de la población.”

“El Mercado no puede generar por si solo condiciones de seguridad ni de bienestar. Dirán que esa no es una función, pero esa fue la promesa , adelgazar al estado , reducirlo a lo mínimo para que ya no interviniera en las dinámicas del mercado.”

Iván dice que lo mínimo que se pediría frente al actual escenario sería una case política que estuviera a la altura de las circunstancias y reconociera cuál es su papel.

“Pero ahí si es mucho pedir. Lo que hoy hacen es medio administrar los conflictos y se van, dejando al país en llamas.”

Sobre cómo combatir desde la sociedad estos círculos de impunidad, Montes asegura que deberíamos ya pasar de la denuncia a la acción.

“Podemos empezar por exigir mayores obras en nuestras colonias, estar vigilantes de cuanto material llega, cuantos metros se van a pavimentar, cuanto cable, cuantas lámparas.”

“Una vigilancia hecha desde el ciudadano, no desde el mismo estado. Es difícil, sobre todo en Oaxaca que tenemos una cultura de súbditos. Pero ya hay una mucha mayor cultura de denuncia.”

Aunque Montes admite que “a los que son ladrones ni les preocupa que les digan que lo son, ellos ya lo saben.”

Iván plantea que hay que organizarse dentro de la comunidad, ir contra la individualización de una sociedad fragmentada, donde la gente se cierra en su casa a ver televisión o a interactuar en las redes sociales

“Cuando hay una dinámica comunitaria fuerte es mucho más difícil que nos lleven al baile los políticos, pues la exigencia deja de ser individual.”

“La participación ciudadana lleva a que se atiendan los problemas, eso regenera el tejido social. Hay que sacar a los gobernantes de su insensibilidad, de su fortaleza.”

Para Montes esta sociedad convulsa va a contracorriente, pues por un lado queremos que las cosas estén bien, pero por otro nadie quiere participar.

“Las cosas se tienen que poner peores para que nos demos cuenta de no es normal lo que estamos viviendo, de que no es normal lo que estamos padeciendo.”